viernes, 15 de diciembre de 2017

LOS FINES DE LA MEDICINA




Estos días he releído un documento de 1996, Los fines de la medicina, una investigación liderada por Daniel Callaham y patrocinada por el Hasting Center. El documento denunciaba la irracionalidad de la medicina técnica cuando no sabe dónde va y advertía de los riesgos que existían si no reaccionábamos. Ya hace 16 años la burbuja sanitaria amenazaba el corazón de la medicina. Hoy, cuando ese corazón está dañado, quizá para siempre, cuando es obvio que no supimos reaccionar, estas palabras proféticas son más dolorosas de recordar

En la introducción de este documento imprescindible se podía leer: “La respuesta más común a los problemas ha sido de naturaleza esencialmente técnica o mecánica. Se perciben y abordan como si se tratara de una crisis administrativa y organizativa que reclama reformas en los métodos de financiación y prestación, en cambios políticos y burocráticos y en más investigación y mejores mecanismos para evaluar las tecnologías médicas. El discurso reformista suele estar dominado por debates acerca del papel del mercado, la privatización, la existencia o carencia de incentivos, el control del gasto y el análisis coste-beneficio, los métodos de deducciones y pagos compartidos, la variedad de planes presupuestarios y organizativos y las ventajas y desventajas de la centralización y la descentralización. Como respuestas al problema son comprensibles, e incluso valiosas, pero resultan insuficientes, pues se centran principalmente en los medios de la medicina y la asistencia sanitaria, y no en sus fines y objetivos. Irónicamente, el vigor del debate técnico ha servido para enmascarar la pobreza del debate sobre las metas y el rumbo de la medicina

Es un párrafo absolutamente vigente. Continuaban: “La premisa de la que partimos en nuestro estudio es distinta: los fines de la medicina y no solamente sus medios están en tela de juicio. Con demasiada frecuencia parece darse por supuesto que los fines de la medicina son obvios y se sobreentienden, y que sólo es necesario aplicarlos con sensatez. Creemos, sin embargo, que ha llegado la hora de replantearnos dichos fines. Sin tal reflexión, los diversos programas de reformas que se llevan actualmente a cabo en todo el mundo podrían fracasar completamente o bien no alcanzar todo su potencial

Toda crisis es una oportunidad para reflexionar sobre los fines. Es claro que esta crisis no está sirviendo para que lo hagamos y, con toda certeza, las reformas que se están planteando, al no atacar los problemas de fondo, esto es, la irracionalidad de los fines actuales de la atención sanitaria, van a profundizar en la herida, no a sanarla. van a pervertir aun más el corazón moral de la medicina.

Pero sigamos porque, tras señalar las dos caras de la tecnología, la que libera y la que esclaviza, denuncian el peligroso papel del mercado: “el mercado responde ante todo a necesidades, deseos y preferencias individuales, que no se corresponden necesariamente con el bien común. Aunque las necesidades y preferencias de los individuos y la sociedad en general pudieran coincidir en parte, también es posible que difieran unas de otras. El mercado es un mecanismo que potencia el desarrollo económico en mayor medida que las economías centralizadas; pero las mismas fuerzas del mercado que contribuyen a la prosperidad económica también incrementan los costes y la demanda de una tecnología y una asistencia sanitaria cada vez mejores, generalmente por encima del crecimiento económico”

Los peligros de no hacer la reflexión acerca de los fines, en aquellos años, parecían catastrofistas. Ahora comprobamos la potencia de la profecía. Hace 16 años ¡describían la situación actual!:

(1) Un sistema económicamente insostenible: “con una tendencia a generar medicina demasiado cara, a aumentar la brecha de desigualdad entre ricos y pobres en el acceso a la mejor medicina y a agudizar el problema político que supone para cualquier gobierno la prestación de unos servicios de salud eficaces y de calidad

(2) Una asistencia sanitaria confundida: “sin encontrar un equilibrio adecuado entre la cura y los cuidados, entre la conquista de la enfermedad y la mejora de la calidad de vida, entre la reducción de la mortalidad y la morbilidad y entre la inversión de recursos sociales en una asistencia sanitaria de calidad y la mejora verdadera de la salud de la población

(3) Una sociedad frustrada: “al suscitar esperanzas falsas y poco realistas entre el público y al crear expectativas acerca del poder transformador del progreso médico que, o bien no se puede alcanzar, o bien sólo a costa de un precio ético, social, político y económico demasiado elevado”

(4) Una tecnología incoherente: “con la creación de objetivos arbitrarios que no guardan relación los unos con los otros, en nombre de la libertad del mercado o de grupos con intereses especiales y buenas intenciones; pero sin dar lugar a una línea distinguible, sin unos fines valiosos concebidos en función de la población y sin una idea clara de la contribución de la medicina al bienestar individual


Abel Novoa





LOS FINES DE LA MEDICINA 
http://www.nogracias.eu/2011/12/01/los-fines-de-la-medicina/



Los fines erróneos de la medicina son:

El uso incorrecto de las técnicas y los conocimientos médicos.

El empleo de información sobre salud pública para justificar la coerción antidemocrática de grandes grupos de personas para que cambien sus comportamientos “insanos”.

La medicina no puede consistir en el bienestar absoluto del individuo, más allá de su buen estado de salud.

Tampoco corresponde a la medicina definir lo que es el bien general para la sociedad.

https://es.wikipedia.org/wiki/Medicina

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