«¿Qué es un
hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es
también un hombre que dice sí desde su primer movimiento. (...) El
rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo) da media
vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente.
Opone lo que es preferible a lo que no lo es.»
Albert Camus - El
hombre rebelde.
En
primer lugar quiero agradecer a la Asamblea Anti T.A.V., y en
particular a Paulino, la invitación a estar aquí en esta acampada
para charlar con vosotros y vosotras, al tiempo que comunicaros mi
humilde apoyo a la lucha contra un «deprisa, deprisa...» que
pretende imponer el sistema capitalista, en su versión neo-liberal
globalizadora y en nombre de los negocios- ya sabéis que negocio es
negación del ocio. Un «deprisa, deprisa...» que arrasa hábitat
natural, de animales, plantas y todo tipo de organismos vivos y que
justificándose en nombre de la comunicación paradójicamente
incomunica a poblaciones entre sí, por ejemplo a muchas de las
situadas en el territorio por el que se pretende que pase el T.A.V.
con la construcción de sólidas e imponentes alambradas para hacer
inatravesables los raíles. Y un «deprisa, deprisa...» que es,
obviamente, estresante y posiblemente negativo para los ritmos
biológicos del ser humano, que haberlos haylos, tratándose de lo
que se llaman ritmos circandianos.
Dicho
esto me presentaré, me llamó Josep Alfons y en los últimos años
me llaman Jau, para abreviar pero más por simpatía con el deseo de
ser piel roja, deseo que todos los niños hemos sentido y que algunos
adultos aun mantenemos vivo, y hablaré en tanto y como he sido
invitado a hacerlo, es decir, como uno de los redactores y editores
del Boletín
de Contrapsicología y Antipsiquiatría: El Rayo Que No Cesa.
Un boletín con regularidad anual, un anuario pues, que elaboramos
con mucho esfuerzo desde hace tres años en Barcelona unos pocos
compañeros y compañeras que estamos relacionados con lo
terapéutico, por fortuna con la colaboración y el apoyo de cada vez
más gentes. La redacción de este boletín anual que va por el
número tres editado, la componemos en este momento la Conchi, la
Estela, el Pep, la Yolanda, el Víctor, la Elena y yo mismo, es
decir, cinco psicólogas y psicólogos, una socióloga y un educador
social. Esta última profesión, educador social, es la que por mi
parte ejerzo desde hace una veintena de años y en buena parte de
este tiempo he trabajado en salud mental y también con chavales y
chavalas a los que se caracteriza como en situación de riesgo
social- riesgo social al que por cierto no sólo ellos están
expuestos sino que a su vez la mayoría de la población.
Centraré
la ponencia sobre un tema que podría enmarcarse con la siguiente
interrogación: ¿qué
es eso de la antipsiquiatría y la contrapsicología?, por
ser de lo que nos habéis pedido que hablemos. Para que después
charlemos todos juntos sobre ello o sobre aquello que el transcurrir
del diálogo vaya haciendo surgir. Intentaré ser conciso y en la
medida de lo posible breve, puesto que es en el debate que entre
todas y todos tengamos donde, en todo caso, aparecerán
las conclusiones que conjuntamente podamos sacar en el día de hoy,
conclusiones siempre provisionales y abiertas dado que son las únicas
útiles.
Antipsiquiatría es
un término que acuñó el terapeuta y filósofo revolucionario David
G. Cooper en los años sesenta en Inglaterra, y remite a un
movimiento que se inició en esa época poniendo en cuestión a la
psiquiatría fundamentalmente pero también a la psicología, al
trabajo social, a la pedagogía, a la educación, a la criminología,
... hegemónicas- y desde dentro de estas disciplinas. Una puesta en
cuestión fundamentalmente del pretendido carácter terapéutico del
hacer hegemónico de tales disciplinas. Terapia proviene
etimológicamente del griego de la palabratherapeueien y
su significado es servir y/o cuidar.
El
movimiento antipsiquiátrico tuvo su mayor incidencia en el campo de
la salud mental, dado que los que lo impulsaron en su inicio eran- y
son los que siguen vivos- mayoritariamente psiquiatras: gentes como
el ya nombrado Cooper, o como Ronald D. Laing, Franco Basaglia, E.
González Duro, J. Berke, Ramón García, Morton Schatzman, Onésimo
González, Thomas S. Szasz, Guillermo Rendueles, Aaron Esterson, ...
aunque también con la participación de gentes que habían pasado
por el ser etiquetadas como esquizofrénicas, como Mary Barnes o
sociólogos como Irving Goffman y filósofos como Jean
Paul Sartre o Michel Foucault... La lista es larga y estoy seguro de
haber omitido muchos nombres.
La
situación concreta en la que surgió y posteriormente se desarrolló
el movimiento antipsiquiátrico era favorable, en la medida en que se
producía en pleno desarrollo intelectual y teórico-político por
parte de las fuerzas progresistas- de lo que es exponente
aportaciones como las de Marcuse, Althusser, Marta Harnecker,...- al
calor de la ofensiva de intento de cambio social por parte de los de
abajo: Es la época del Vietcong, de la revolución cubana, del Che
en Bolivia, de los Tupamaros en Uruguay, del Ejercito Revolucionarios
del Pueblo en Argentina, del mayo francés y el llamado mayo rampante
italiano, de Allende en Chile, del movimiento antinuclear y pacifista
en USA y de los Panteras Negras, de la lucha contra el consejo de
guerra de Burgos en el estado español, de la revolución de los
claveles en Portugal, ... y la antipsiquiatría como parte
de ese movimiento logró avances considerables.
Uno
de esos avances, tal vez el más conocido, es la oposición a los
manicomios en tanto que son instituciones totales, es decir,
instituciones de control de la totalidad de la vida de las personas
que en ellas son retenidas. Oposición de la que fue ejemplo, en los
setenta, el desmantelamiento del manicomio de Trieste en el norte de
Italia, con Basaglia y sus compañeros/as forzándolo, o las
experiencias de comunas terapéuticas en Inglaterra tanto dentro de
la red pública- como Villa 21- o fuera de ella -como Kingsey
Hall.
La
Antipsiquiatría en el estado español, como dice el amigo Ramón
García en su libro: Historia
de una ruptura, el ayer y el hoy de la psiquiatría española, «pasó
por un túnel», el mismo «túnel» por el que durante mucho tiempo
han pasado en general los movimientos de crítica resistiendo el
machaque, cuyo inicio podemos situar a finales de la década de los
ochenta, por parte de esa apisonadora que se pretendía ser «el fin
de la historia» y que se ha adjetivado con precisión como el
pensamiento único, impulsado por la globalización del capital en su
actual forma neo-liberal y que en el estado español
aplicó primero el PSOE y ahora está haciéndolo el PP.
Es
importante señalar que la antipsiquiatría no es un «modelo»,
como puede serlo el psicoanálisis en lo psicológico, o la escuela
libre en lo educacional, ... en la antipsiquiatría conviven
diversos modelos- desde el psicoanálisis fenomenológico
existencial, al humanismo radical, lo sistémico, o la contraescuela
(contrauniversidad, por ejemplo, que dijera Cooper), entre otros
...- más con un argamasa común: oponerse a la perversión
que implica la utilización de todo un arsenal de disciplinas
pretendidamente terapéuticas o/y de conocimiento para sostener
el statu
quo.
En
efecto, en lo teórico y sintetizando mucho, podríamos decir que lo
que la antipsiquiatría plantea, sociológicamente hablando, es un
análisis de las pretendidas ciencias de la salud mental,
del trabajo social, de la educación, ... como aparatos de control
social en cuanto a sus paradigmas mayoritarios de análisis e
intervención, y en ese sentido la antipsiquiatría hizo suya la
siguiente tesis:
La
contemporaneidad occidental hija de la revolución burguesa del siglo
XVIII, cambió las relaciones entre explotadores y explotados, o si
se prefiere entre poder y súbditos, ahora ciudadanos. Pasando de
centrar el peso de la dominación social desde el control físico de
los cuerpos- con los castigos torturantes medievales y las
ejecuciones públicas ejemplarizantes como representación máxima-
al intento de control de las mentes con la educación universal y
obligatoria, la pedagogía, la psiquiatría, el trabajo social, la
psicología, la criminología... , en tanto que substitutivos más
sofisticados de la más burda y por ello más inefectiva religión
que era la que jugaba ese papel en la llamada edad media. Lo que
antes era pecado ahora será enfermedad mental, antisociabilidad,
fracaso escolar, ...
Esto
no quiere decir que la contemporaneidad occidental no ejerza control
físico sobre los cuerpos de sus ciudadanos. Lo sigue haciendo y
brutalmente por cierto, como por ejemplo hace unos meses ocurrió en
Goteborg y hace pocos días en Barcelona y después en Génova, donde
las policías sueca, española e italiana son responsables primeras y
directas respectivamente de un tiro por la espalda a un manifestante
antiglobalización, de la perdida de un ojo de un compañero del
movimiento de okupación por un balazo de goma, del asesinato de
Carlo Giuliani, de asaltos brutales a centros de prensa y de
agresiones a los/as detenidos/as en las comisarías. Hechos que han
puesto de nuevo sobre la mesa el necesario debate social, que en
nuestras ciudades plantean algunas pintadas callejeras y consignas
gritadas en manifestaciones, al respecto de si la policía lejos de
proteger a la ciudadanía lo que hace en realidad es torturar y
asesinar.
La tesis
de la antipsiquiatría a la que me he referido, no pretende pues y
obviamente que la violencia física no siga siendo una de las formas
con la que los poderosos mantienen ese su poder a través de la
agresión física, con la eliminación o daño que genera a los que
la reciben directamente y el miedo que produce en ellos y los demás,
creación de miedo que es en último término uno de los objetivos
centrales de la represión- como señala con claridad el interesante
trabajo al respecto de algunas formas de abordar el cuidado
terapéutico de las personas que son o han sido objeto de la
represión y que recogen CM. Beristain y F. Riera en su
libro: Afirmación
y resistencia, la comunidad como apoyo.
Sino que esa tesis de la antipsiquiatría que he planteado, subraya
que esos métodos de la brutalidad; de la represión pura y dura, de
los golpes y vejaciones en las comisarías- es decir, torturas-, de
los balazos de goma en el ojo y de los tiros por la espalda o en la
frente- es decir, intentos de asesinato y asesinato consumado- y de
los asaltos militares, «a la chilena», a centros de prensa libre;
plantea que esos métodos precisan crear ideología, y concretamente
ideología favorable al sistema, también para que se justifique su
violencia, tanto la coyuntural de la que son fenomenos los hechos
comentados, como la estructural de las desigualdades sociales,
guerras.... Como al parecer decía Napoleón, uno de los mayores
especialistas en la historia en represión: « la bayoneta
sirve, pero no para sentarse encima de ella ». Si el sistema
tuviera que sostenerse sólo o fundamentalmente por la pura represión
y explotación física sobre su ciudadanía, entonces ese sistema
estaría acabado.
En
el crear ideología favorable al sistema capitalista, occidental le
llaman otros, efectivamente las llamadas ciencias de la salud mental
y las de la educación y lo social, juegan un papel muy importante-
junto a los llamados medios de información: TV, radio, prensa,
internet.
Una
de las formas de crear ideología del sistema es negar racionalidad a
cualquier otra forma de ver las cosas que no sea la del propio
sistema, es decir, forzar la existencia del
pensamiento único al que ya antes hice referencia.
Declarar
algo como no racional es lógicamente situarlo en lo irracional y eso
en el ser humano, en occidente, en general se asocia a locura en
tanto que enfermedad mental o a antisociabilidad. Podríamos decir
pues, que el sistema tiene una fuerte tendencia a situar como
enfermedad mental y conducta antisocial aquello que no
puede digerir.
Pondré
dos ejemplos de esto:
El
DSM-IV, el manual por excelencia que utilizan en la actualidad para
diagnosticar patologías mentales y conductuales la mayoría de los
psiquiatras y psicólogos, considera como uno de los síntomas
a tomar en cuenta para diagnosticar lo que se llama una conducta
antisocial lo siguiente- cito de memoria: Irresponsabilidad
consistente indicada por fallos en mantener una conducta de trabajo
consistente o en cumplir obligaciones financieras. Más
claro el agua, se considera uno de los síntomas a tomar en
cuenta para diagnosticar lo que se considera una conducta
patológica, la transgresión de un valor mercantil cual es el
trabajo en el capitalismo y cual es el dinero.
El
otro ejemplo es la información que una persona que tiene relación
con la psiquiatría como paciente relataba hace poco: Un psiquiatra
en una visita ambulatoria le corroboraba una mejoría manifiesta pero
le advertía que podía ser contraproducente el vivir con la gente y
en la casa en la que habita. La persona en cuestión es okupa. Se le
venía pues a decir que las costumbres de vida de la okupación y las
relaciones que genera, eran contraproducentes para su salud mental,
siendo más escandaloso el hecho al tratarse concretamente de una
casa cuyos habitantes han ayudado en mucho a la persona, y se han
hecho cargo de cuidarla en situaciones en las que era necesario,
digamos que los prejuicios del psiquiatra en este caso le impidieron
ni siquiera intentar informarse al respecto. Sobre esto quiero añadir
que, y según informa el sociólogo Ignasi Pons, profesor de la
universidad de Barcelona, en Canadá se ha constatado que en las
casas okupadas las recuperaciones de personas que han pasado por lo
que se llaman episodios psicóticos son más rápidas y más sólidas
que en los hospitales o en otros entornos, posiblemente, a mi
parecer, por lo comunitario de la relación y el respeto a la
decisión de soledad en algunos momentos y el respeto a la diferencia
que en estas casas impera.
Antipsiquiatría
es oposición a ver y tratar la salud mental desde la óptica de los
valores del satatu
quo y
a la violencia que eso implica contra la diferencia.
En
la actualidad y en salud mental tal violencia toma efectivamente,
formas variadas, dos más de ellas, las cuales me parece importante
también señalar, son las siguientes:
La
primera, la persistencia aun en muchos lugares de los manicomios- en
el estado español en Catalunya y aquí en Euskadi, por
ejemplo, perviven y en manos de instituciones religiosas
algunos de ellos, combinado, por lo menos en Catalunya, con una
tendencia a privatizar la estructura manicomial, a otorgarla, con
nombres como el de Residencias Asistidas, a entidades privadas que
gestionan tales residencias cual negocios.
La
segunda es la vía mayoritaria en la que se sitúa la llamada red de
asistencia en salud mental de una hipermedicalización, ya no sólo
de las llamadas enfermedades mentales, sino que incluso de la vida
cotidiana- con lo que se ha dado por llamar «medicación cosmética»:
Prozacs y demás mercancías medicamentosas de este tipo. Un par de
datos al respecto:
En
el estado español, según datos del Ministerio de
Sanidad, el gasto en hipnóticos, sedantes, tranquilizantes,
psicoestimulantes y neurolépticos pasó de una facturación de
27.594 millones de pts. en 1993 a 70.801 millones de pts. en 1997 y
a 89.472 millones de pts. en 1998.
Y,
como señalaba el amigo Onésimo González en una carta-artículo
en marzo de este año corriente: « ... en
lo que se refiere a las relaciones entre la industria y la
administración ( al margen de las relaciones de los laboratorios con
los prescriptores, principal problema ético de la profesión - la
de psiquiatra quiere decir el autor- en
este momento histórico), es evidente que los investigadores de los
centros públicos trabajan en los temas que marcan las empresas y que
los intereses comerciales prevalecen sobre los científicos en los
ensayos clínicos de los hospitales. Hasta el New England Journal of
Medicina ha tenido que pedir perdón, recientemente, tras admitir que
algunos de sus expertos estaban directamente asociados a los grandes
laboratorios farmacéuticos, cuyos productos se encargaban de
comentar en las páginas de la revista... ».
La carta-artículo fue en princípio aceptada para su edición por
parte de la revista en cuestión - «Archivos de
Psiquiatría»- comunicándoselo al autor pero posteriormente
rechazada para su publicación por parte de la revista de marras si
no era modificada, a propuesta del «experto» de la misma
que se encargó de su supervisión y esta previsto que sea publicada
en la revista de la «A.E.N.- Asociación Española de
Neuropsiquiatría.». Remito a los/as interesados en el tema de la
medicación neuroléptica y sus usos actuales, a la lectura de dicha
carta-artículo y también a la del trabajo de Guillermo Rendueles
editado en « El Rayo Que No Cesa » nº 2.: Que
son, es decir, como se usan los psicofármacos. Manual de
supervivencia.
Esta
hipermedicalización de los trastornos mentales, y también de la
vida cotidiana como dije, en crecimiento isomórfico al de los
ingresos de las multinacionales farmacéuticas, produce a su vez el
abandono de la utilización de recursos terapéuticos, probados como
útiles, como son la terapia individual de escucha, las terapias de
grupo, el psicodrama ... y produce a su vez una situación que suele
impedir el poder encontrar medios materiales y económicos para
desarrollar prácticas e investigar en técnicas terapéuticas como,
por ejemplo, las prácticas de constitución de grupos de apoyo mutuo
o las de terapia de red. Prácticas que en muchos terrenos, entre
ellos y por ejemplo, en el de la escucha de voces- las llamadas
alucinaciones auditivas-, parecen también dar resultados.- Sobre
estos temas remito a los interesados/as a « El Rayo Que No
Cesa » nº 3 y concretamente a los trabajos recogidos en éste
con el título: Al
respecto del fenómeno de las alucinaciones auditivas: Especial
Escucha de voces. Hearing Voices Network y
al artículo editado en « Lapsus » nº
1: Práctica
de psicoterapia en red, de
José Giráldez y Javier Toret (Asociación de Intervención
Psicosocial Devenires).
Quiero
dejar claro que la antipsiquiatría no se opone, ni lo hace la
contrapsicología, a una utilización terapéutica de los
medicamentos, sobre la base del principio inalienable del derecho de
la persona receptora a decidir si quiere o no tomarlos, es decir,
sobre la base del respeto al no del otro/a, y con una dosificación
cuidada. Pero si se opone abiertamente a la sobremedicación, al
negocio y a la utilización de los neurolépticos y psicotropos en
general, como único recurso y/o cual camisas de fuerza químicas o
cual «cosméticos» psíquicos.
Digamos
finalmente con respecto a la antipsiquiatría, que esta se sitúa en
una visión que podemos caracterizar como socio-existencial de la
llamada enfermedad mental- siendo este último concepto a distinguir
del de enfermedad cerebral en el que se incluirían aquellas
enfermedades con clara causa somática, ya sea de origen
traumático, genético o infeccioso y añadiendo que hasta en estas
últimas, como está claramente establecido, los factores sociales y
biográficos y de posibilidad o no de realización del deseo,
influyen en mucho, en algunos casos en su surgir o no y en todos en
como cursa la enfermedad (ver a este respecto los trabajos del
neurólogo Oliver Sacks, por ejemplo). Es decir, la antipsiquiatría
se sitúa en el mirar hacia la estructura social, en lo micro y en lo
macro, y hacia lo biográfico y el deseo de cada cual, para encontrar
una visión comprensiva del sufrimiento emocional, incluido
lo que llamamos locura, y en la busqueda de una salida positiva a
este, vale decir una salida terapéutica.
En
cuanto a la contrapsicología su
existencia, con tal nombre, es más reciente, su nacimiento se puede
fechar en 1995 con la creación de un colectivo, en Barcelona, que se
llamó Esquicie y que, cumplida su tarea, disolvimos en enero del
2000 para continuar con la elaboración de la revista, de
profundización teórica, divulgación de practicas terapéuticas y
de denuncia que es el El
Rayo Que No Cesa,
cuyo primer número recogió los trabajos de un seminario de
antipsiquiatría y contrapsicología que el ya disuelto y antes
nombrado colectivo Esquicie había organizado en 1998.
La
contrapsicología es joven aunque sus raíces son añejas y el tronco
principal de tales raíces es la antipsiquiatría, de la que no
pretende diferenciarse sino de la que es parte. Contrapsicología es
fundamentalmente un intento de recoger la experiencia de la
antipsiquiatría, y también de otras corrientes críticas, para
aplicarla y desarrollarla en el campo de la psicología y de la
llamada educación y el trabajo social. Y añadamos que
lógicamente no pretende ser tampoco y pues un modelo de
intervención: Cuantas más contrapsicologías existan mejor. Es
también un intento de desarrollar prácticas de intervención
terapéuticas al servicio de los de abajo y no del sistema. Un
intento de invertir las reglas de unas disciplinas de estudio y
profesiones que ahora están mayoritariamente al servicio del poder.
Y es y pues, también una llamada de atención, a los
profesionales- psicólogos, trabajadores sociales,
educadores...-, a los que son atendidos por estos profesionales y a
la población en general, sobre la necesidad de oponerse a la
perversión de lo que debería ser ayuda y que se convierte en
control social o/y en muchos casos en negocio.
Sintetizando,
contrapsicología es denuncia, estudio y actividad terapéutica .
En
cuanto a la denuncia:
La
contrapsicología es la denuncia de que la psicología ha perdido su
objeto de estudio, en tanto que psicología básica, objeto de
estudio que debiera ser las diversas formas del aprehender por parte
del ser humano de aquello que llamamos «realidad»- o realidad
compartida. Es decir, el estudio de las formas de
la experiencia del ser humano- de los modos
del «experienciar» haciendo un neologismo. Y la denuncia de que la
psicología ha perdido a su vez su objeto práctico- en tanto que
psicología aplicada- que debiera ser la ayuda frente al sufrimiento
emocional y sólo cuando es libremente demandada tal ayuda.
Efectivamente,
la psicología hegemónica, es decir, la que se enseña
mayoritariamente en las facultades y se aplica en la calle, pierde su
objeto de conocimiento y pervierte su practica en tanto que debiera
ser terapéutica- ya dije que terapia significa servir y cuidar-
cuando su desarrollo va en las siguientes direcciones:
La
vía de la colaboración en las cárceles en la modulación de las
penas, es decir, en el aconsejar el otorgar o no grados de libertad a
los/as presos/as, a partir de los llamados equipos de tratamiento-
regulada su actividad por los artículos 59 y 62 de la Ley Orgánica
General Penitenciaria. No se trata de negar ayuda terapéutica a
quien haya cometido un delito o/y este encarcelado- aunque las
cárceles y dado que no rehabilitan sino que suelen empeorar la
situación de quien en ellas es encerrado, son obviamente a abolir y
las pueblan gentes de abajo que cometen en general pequeños
ilegalismos: al parecer hoy por hoy la mayoría de la población
reclusa en el estado español lo es por transporte o venta de drogas,
tipificado ello como «delito contra la salud pública», y la
estadística de a que tipo de clase social y etnias y
razas pertenecen los reclusos y las reclusas, habla claro de que es
efectivamente cierto, que las cárceles las pueblan de forma
mayoritariamente abrumadora desposeídos/as económica y socialmente.
No se trata, decía, de negar ayuda terapéutica a quien sea
encarcelado/a, pero y sin embargo, nada tiene que ver con ello el
ejercer de carceleros, aconsejando quien sí y quien no tiene derecho
a régimen abierto o cerrado. Por otro lado el silencio de la
psicología llamada forense y de la mayoría de los educadores y
trabajadores sociales que intervienen en los presidios, sobre la
situación escandalosa en las cárceles en el estado español-
con alto número de muertos: algunos por homicidio, otros
por suicidios y otros por sobredosis; hacinamiento; alta violencia;
malos tratos; régimen de aislamiento hasta ayer llamado FIES;
alejamiento de los/as presos/as de sus lugares de origen; existencia
de calabozos inmundos de aislamiento, ... por ejemplo- es cuando
menos un silencio vergonzoso sino cómplice.
Terapia
no tiene nada que ver con modulación del castigo o silencio ante su
presencia.
La
vía de la colaboración con los empresarios, la banca y con las
multinacionales, por ejemplo en las Empresas de Trabajo Temporal
(E.T.T.s), a través de la llamada psicología industrial y de las
organizaciones, implementando métodos de selección de los/as
trabajadores/as, con un arsenal de tests y técnicas de entrevistas
modelo interrogatorio policial, que buscan «descubrir» pretendidos
rasgos caracteriológicos y actitudes para una mayor productividad
y/o que garanticen paz laboral. Y a su vez, la vía de
la colaboración en la producción mercantilista- es
decir, de fabricación de productos con esencialmente valor de
cambio y un valor de uso generalmente individual y socialmente
inútil, cuando no claramente perjudicial- con despliegue
de métodos para hacer crecer tal producción y, a su vez, la
colaboración en la venta de tales productos a través de la
publicidad.
Terapia
no tiene nada que ver con la paz laboral buscada por los empresarios-
sin entrar aquí al respecto de si es o no positiva socialmente esa
paz en lo laboral-, ni terapia tiene nada que ver con
productivismo, publicidad y consumismo.
La
vía, en lo educativo con la llamada psicopedagogía, en la
colaboración con sistemas de segregación de la diferencia, por
ejemplo en residencias de acogida y otros recursos teoricamente de
protección de la infancia ..., y en la aplicación en estos
de métodos conductistas de imposición de regímenes de
vida disciplinaria nada educativos: en tanto que inhibidores de la
propia inciativa al oponerse a ambientes de crecimiento en libertad.
Y diagnósticando como deficiencias a lo «no normal»- es decir, a
lo no mayoritario estadisticamente según la famosa campana de Gauss
o curva normal-, por ejemplo con la promoción de incapacitaciones
legales en multitud de los casos absolutamente innecesarias- y hablo
con conocimiento de causa en función de mi experiencia en el trabajo
en tales recursos. Y colaborando en dicha segregación en
la escuela, y en estigmatizar a muchos/as niños/as y adolescentes,
con, por ejemplo, diagnósticos por parte de algunos- demasiados- de
los los llamados Equipos de Atención Psicopedagógicos (EAPs), sobre
ciertos chavales/as en los institutos, que los expulsa del circuito
oficial de educación, es decir, los externaliza hacia recursos
especiales fuera de la escuela. En Catalunya esto ha tomado la forma,
en los últimos cuatro años, de creación de unos recursos llamados
Unidades Escolares Externas en su inicio y que ahora llaman Unidades
Escolares Compartidas, a donde derivan a los chavales que se
diagnostica como adolescentes con problemas conductuales, y recursos
que en Barcelona ciudad, por ejemplo, en el cien por cien de los
casos están en este momento en manos de entidades privadas. Hay
entre ochocientos y mil chavales de entre 12 y 16 años en Catalunya
derivados a estas Unidades Escolares Compartidas - reguladas por la
siguiente normativa: « Resolució
del 19 de juny de 1997 (full de disposicions i actes administrátius
del Departament d´Ensenyament nº 669, juliol 1997. Generalitat de
Catalunya.) » y « Instruccions
d´organització i funcionament de les Unitats D¨Adaptació
Curricular (UAC) als instituts que imparteixen Educació Secundària
Obligatòria i del procediment i les condicions d´adscripció
d´alumnat a les Unitats d´Escolarizatció Externa (UEE).
Departament d´Ensenyament, septembre de 1997. Generalitat de
Catalunya.»
Y
la vía de la colaboración por parte de la psicología hegemónica,
en tanto que auxiliar de la psiquiatría oficial, en la persistencia
de la violencia en el tratamiento de la llamada enfermedad
mental, en el terreno de la psicología clínica. Una colaboración
que se produce con la complacencia en la pervivencia del
encierro manicomial en algunos lugares y con la política de
hipermedicalización que antes señalé- hasta hay un movimiento
entre psicólogos y profesores de esa disciplina que se plantean que
deberían poder medicar como hacen los psiquiatras.
Colaboración conla violencia psiquiátrica con técnicas de
intervención de nuevo de tipo conductista - castigo y premio- que
pueden ser, como en el caso de la anorexia, muy agresivas. Quiero a
este respecto de lo clínico, añadir algunos datos más sobre la
situación de la red de salud mental:
No
solo hay hipermedicalización y pervivencia en algunos lugares del
manicomio, sino que lobotomizar es legal en este país- lobotomía
con sus dos actuales versiones: la destrucción de masa cerebral con
la técnica del rayo láser o la inutilización de masa cerebral
privandola de riego sanguíneo con la llamada encapsulación-, el
electrochoc también es legal y se aplica en la llamada
psicosis y en la depresión mayor. Y por otro lado la asistencia
pública se reduce a visitas trimestrales para controlar las tomas de
medicamentos, visitas de unos quince minutos de media, combinado con
ingreso si hay « brote », un ingreso que se realiza en
situación, en la mayoría de los casos, de expropiación de todo
tipo de derechos, recepción de medicación obligatoria, encierro y a
veces hasta aislamiento y punto. En caso improbable de recomendarse
una terapia psicológica, las listas de espera son impresionantes y
si finalmente se accede a terapia psicológica esta se reduce, por
sobrecarga de los profesionales, a visitas mensuales de unos treinta
minutos- todo ello es así en Catalunya y por lo que conozco también
mayoritariamente en todo el estado.
En
el estado español hay más de 50.000 personas internadas
psiquiatricamente, la mayoría contra su voluntad en la modalidad de
lo que se llama ingreso involuntario- el código civil, reformado
desde 1983, con su artículo 211 es el que regula el ingreso
psiquiátrico involuntario. El número de personas ingresadas
psiquiatricamente es curiosamente similar en nuestro país al de
presos/as en las cárceles. Dos de los presupuestos legales para que
se pueda ser encerrado en una institución psiquiátrica contra la
propia voluntad, es decir, por la fuerza, son cuando menos poco
objetivos, basándose en previsiones subjetivas de los profesionales
y jurisconsultos, y ponen en cuestión el principio democrático de
que el cuerpo de cada persona es patrimonio de cada individuo. Tales
dos presupuestos para el internamiento psiquiátrico involuntario -
sobre la base de la decisión de un médico y 24 horas
después de un juez- son : Posible empeoramiento de la enfermedad y
posible peligro de autodañarse. El tercer presupuesto legal es
posibilidad de inflingir daño a otros. Se acepta entre los
profesionales- y según informa el psiquiatra M. Desviat,
uno de los editores de la revista «Psiquiatría Pública»- que tan
sólo un 1% de las personas diagnosticadas de esquizofrenia se ven
involucradas en situaciones de violencia, es decir un porcentaje
ínfimo y no mayor que el que se da entre personas no diagnosticadas
de tal modo.
Quiero
dejar claro que la contrapsicología no se opone, ni nunca lo ha
hecho la antipsiquiatría, a que en ciertas condiciones una persona
se interne en un centro de salud mental, a lo que si se trata de
oponerse es a la expropiación de derechos, a la medicación
obligatoria y a la sobremedicación. A este respecto existen otras
formas de abordar el internamiento- que debiera ser voluntario,
cuando lo considera necesario la persona afectada. Por ejemplo, en
1994 en Alemania, en Bielefeld, se planteó una experiencia a
tomar en cuenta llamada « pacto de tratamiento »,
consistente en la firma de un documento entre paciente, una
persona de confianza del mismo y las autoridades y el equipo
terapéutico del centro de salud mental, sobre las condiciones en que
la persona afectada será tratada en caso de futuro internamiento:
tanto al respecto de condiciones de derechos como de toma o no de
medicación y de que tipo... - a los/as interesados/as en el tema os
remito al trabajo publicado en « El Rayo Que No
Cesa » nº 2: En
el río de las ideas « Im Strom der Ideen » Th.
Bock, J.E.
Deranders & I. Esterer (1994) y Del
testamento psiquiátrico al pacto de tratamiento. En el camino hacia
una mayor confianza. Asociación
de personas con experiencias psicóticas de Bielefeld, Niels Pörksen,
Angelika Dietz.
Terapia
no tiene nada que ver con « dopar » con altas dosis
medicamentosas a las personas, pervirtiendo la utilización
terapéutica de los medicamentos que devienen de este modo, como dije
ya, en camisas de fuerza químicas, ni
terapia tiene nada que ver con agredir con cirugía de castigo o
descargas eléctricas, ni con expropiar derechos y encerrar.
En
cuanto al estudio:
La
contrapsicología es estudio, desde una posición crítica sobre el
pretendido status científico
de la psicología- ver a este respecto el interesante artículo
publicado en « Lapsus » nº 1: ¿Psicología
y Ciencia? de
Santiago Herrero (Versus)- y es estudio en tanto que expresa, y
práctica, la voluntad de encontrar elementos formativos en hilos de
la psicología, de la psiquiatría, de la educación, del trabajo
social... que no se hayan doblegado y que hayan puesto en el centro
la relación con quien recibe la ayuda, una relación en y para la
libertad. Hilos de la psicología, la psiquiatría, la educación, el
trabajo social... que se expresan en corrientes, algunas de las
cuales ya he citado antes, representadas por gentes como W. Reich,
Erich Fromm, Ivan Ilich, Cooper, Laing, Winnicot, C. Steiner..., la
antipsiquiatría en el estado español, algunas
aportaciones de Watzlawick..., y es estudio en la búsqueda de
novedosas formas terapéuticas- el desarrollo comunitario, la ya
nombrada terapia de red ....
En
cuanto al estudio, quiero hacer algunas breves reflexiones más, dada
la importancia de esta tarea:
Desde
la contrapsicología cuando se critican las practicas hegemónicas de
las ciencias de la salud mental, de la educación y de lo social, no
se esta planteando que lo terapéutico sea una tarea
fácil, sino que tal y como se enfocan los problemas teóricos y la
intervención en la actualidad no se avanza, pero ciertamente la
intervención terapéutica es muy díficil y exige un alto esfuerzo
de estudio. Lo que se plantea es que, y a su vez, el estudio en la
actualidad, en las universidades- y en los cursillos «sacadineros»
tipo postgrados, « masters » universitarios públicos u
organizados por entidades privadas, ...- lejos de acrecentar la
curiosidad por lo humano, que es en definitiva el objeto de
conocimiento de los/as terapeutas, suélese y al contrario matar tal
curiosidad en nombre de «lo técnico » y de « las
notas » y «los diplomas» en un ambiente meritocrático
asfixiante y al servicio del sistema en cuanto a los contenidos
programáticos. Así pues, es necesario por parte de las posiciones
críticas, hacer el esfuerzo por crear lugares de estudio liberados,
dentro de la universidad y fuera de ella. Un estudio que debe basarse
en conjuntar práctica y teoría, es decir no libresco, sobre la base
de lo que se ha dado por llamar «investigación-acción».
A
este respecto del estudio- de contrauniversidad como ya dije que lo
llamara Cooper-, quiero explicar muy brevemente algunas experiencias
recientes:
La
de los compañeros/as del colectivo de psicología crítica Versus de
Málaga, creando grupos de trabajo en la universidad y utilizando sus
instalaciones y medios en la medida de lo posible, grupos no
jerárquicos de estudio sobre los temas que les interesan a sus
componentes - antipsiquiatría, psiquiatría radical,
esquizoanálisis...-, y la experiencia que en Barcelona
desarrollamos las gentes que ahora hacemos El Rayo Que No Cesa de
editar un tal boletín, traer a las universidades a dar charlas a
gente comprometida en lo crítico- invitamos, por ejemplo, a dar
conferencias a Leopoldo Maria Panero, a Ramón Garcia- o fuera de la
universidad poniendo en pie un seminario de antipsiquiatría y
contrapsicología- que se reunio en el local social Espai
Obert de Barcelona- como ya expliqué de este seminario nació el
boletín El Rayo Que No Cesa. Seminario que se reunió tres sesiones
durante un año, profundizando en tres temas: antipsiquiatría,
experiencias de terapia y sobre infancia y marginación. O trayendo a
nuestros lugares de trabajo- cuando lo tenemos y la situación lo
permite- a compañeros que pueden aportar- por ejemplo propusimos
a educadores sociales y maestros que trabajan en Unidades
Escolares Externas invitar a Enrique Gonzalez Duro a charlar sobre el
tema violencia, infancia, juventud y escuela, en un centro cívico
del barrio barcelones del Besós, realizandose la charla.
En
este momento está planteado reabrir en Barcelona el seminario de
antipsiquiatría y contrapsicología, despues de tres años de no
realización de encuentros del mismo, y en esta ocasión con
reuniones mensuales y a tener lugar, a ser posible, en un centro
social okupado, posiblemente y como más tardar a partir de enero del
próximo 2002.
En
efecto, no es nada fácil la tarea terapéutica y exige del estudio
sistemático y es un suicidio epistemológico- y ontólogico también-
que aquellos/as que son los que intervienen, o intervendrán en el
futuro en el caso de los estudiantes,- en la red de salud mental, en
servicios sociales, en centros de acogida, en la terapia individual,
...- permitan que otros/as en su nombre teoricen sobre su actividad.
Evitar tal suicidio implica tomar la organización de ese estudio
necesario en las propias manos: construyendo grupos de estudio,
editando revistas y materiales de profundización teórica y trasvase
de experiencias, organizando charlas, construyendo seminarios,...
tanto dentro de la universidad y los lugares de trabajo e
intervención como fuera de estos, haciendo efectivamente,
contrauniversidad.
Con
respecto a la actividad terapéutica:
La
contrapsicología es actividad terapéutica, en la medida en que, y
en proporción a nuestras fuerzas, intentamos, en efecto, poner
nuestros conocimientos y experiencia al servicio de la ayuda
profesional a aquellos que caen en el sufrimiento emocional, en la
locura, en la marginación, en los guiones vitales
autodestructivos... , producto de situaciones complejas que crea el
sistema socioeconómico actual.
A
este respecto quiero dejar claro que la antipsiquiatría y la
contrapsicología no niegan la existencia de la locura, la
depresión..., el sufrimiento emocional en general o los guiones
autodestructivos y la destructividad en general, lo que se sostiene
es que su principales generadores son las relaciones enfermizas que
produce el sistema- en la familia, en la escuela, en
el trabajo, en los barrios dormitorio y contenedores...- con
el modelo de ser alienado cual paradigma social, o para ser más
precisos con el modelo de no-ser. Es decir, y parafraseando a Fromm,
con la creación de una patología social que este llamó «carácter
mercantil», consistente en percibir a las cosas como más
importantes que a las personas, una forma de entender el mundo que
introyecta en los seres humanos el capitalismo como ya analizara hace
más de ciento cincuenta años el amigo Karl Marx, y que enrarece las
relaciones humanas y convierte a muchos/as en chivos expiatorios o
los vomita a una situación socioeconómica carencial en la que es
muy difícil no enfermar: en este sistema todos/as somos lábiles.
Pienso
que efectivamente aquellos que han elegido profesiones como la de
psiquiatra, terapeuta ocupacional, enfermero/a psiquiátrico,
monitor/a sociocultural, psicólogo/a, asistente
social, educador/a social..., es decir los terapeutas, debieran no
tratar «a» sino tratar «con» las personas que caen, tratar
en el sentido de relacionarse y en tanto que relación de ayuda y no
etiquetarlas y segregarlas cuando no violentarlas, que es
lo que en demasiadas ocasiones se hace en la actualidad, y deberian,
si son consecuentes, trabajar con estas personas y su entorno- crear
red- para acabar con las condiciones económicas y sociales que
producen sufrimiento, incluido el psíquico.
Para
acabar ya, una reflexión final sobre algo que he planteado en un
momento dado de esta exposición: aquello que dije sobre que la
contrapsicología es fundamentalmente un intento dirigido a
profesionales y afectados, de plantear la necesidad de asimilar
prácticas realmente terapéuticas y desarrollar nuevas y un intento
de sensibilizar a la población en general, sobre la necesidad de
oponerse a la utilización como agencias de control social del
sistema de disciplinas pretendidamente terapéuticas. La reflexión
es que el nacimiento en su momento de la contrapsicología ha
producido ya algunos pequeños resultados positivos, por fortuna y a
mi parecer, gracias a su vez al esfuerzo que la antipsiquiatría en
el estado español realizó por salir del « túnel » a
mediados de los noventa- por ejemplo el ya nombrado libro Historia
de una ruptura...se
editó en 1995. Resultados aun pequeños pero positivos,
habiendo sido muy duro para algunos/as, todo hay que decirlo, y
siendo el cansancio alto del que estamos intentando recuperarnos.
Resultados por lo menos en el humilde acto de colaborar en renaudar
la ruptura del silencio en este terreno de lo terapéutico, y porque
aunque dificultoso de ser mantenido y desarrollado y sin garantías
claro está de que así vaya a ocurrir, se puede, sin embargo,
constatar ya algo importante: La existencia de diversos pequeños
grupos como tales en diferentes lugares del estado español, que en
los últimos años nos planteamos estos problemas -no siempre de la
misma forma y, por suerte, con visiones a veces diferentes, y no
todos desde la antipsiquiatría y la contrapsicología-, así como la
creación de canales de comunicación y relación con grupos afines
en otros países. De tal modo que profesionales, estudiantes y
también afectados/as-supervivientes del Sistema de Salud Mental-,
hemos estado comunicándonos y trabajando en común lo que ha
producido el que se haya organizado un encuentro estatal sobre
perspectivas críticas en psicología, psiquiatría y otras ciencias
«psi», para el próximo octubre en Málaga, habiendo invitado a su
vez a participar a compañeros/as de otros países. Esperamos que tal
encuentro consolide el inicio de construcción - o reconstrucción
tal vez sería más preciso- de una red abierta de
posiciones críticas en lo terapéutico, con el elemento común de
ponerlas al servicio de los de abajo, del pueblo si se prefiere,
utilizando lenguaje contemporáneo y antiglobalización: al
servicio de un « cuarto estado »- es decir, ni
lo monárquico, ni lo noble, ni lo burgués, sino el pueblo. «Cuarto
estado » que parece resurgir desde la llamada de Chiapas en
forma de resistencia o desde Seattle en forma ya de una cierta
ofensiva incipiente.
Con
esto doy por terminada esta ponencia introductoria del debate, que
tal vez para algunos/as haya sido un poco larga, pero
hay que tener en cuenta que se trataba de explicar qué es esto de la
antipsiquiatría y la contrapsicología y que por aquí conocíais
poco por lo que se me dijo al ser invitado a dar esta charla.
Obviamente
esta es mi particular visión de lo que es la antipsiquiatría y la
contrapsicología y por otro lado está claro, e insisto en ello, que
lo llamado terapéutico es extraordinariamente dificultoso y
complejo, espero que en el debate que ahora abramos podamos entre
todos y todas profundizar más en ello, un debate que no tiene que
ser necesariamente al respecto de lo que yo he explicado sino sobre
aquello que más interese a cada cual en este tema.
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