domingo, 30 de agosto de 2020

INTUICIÓN

 
 
El tema con el uso de la INTUICIÓN es que no es una actividad de la mente racional sino parte del conocimiento silencioso que da el poder poner la atención en la CONCIENCIA, el CENTRO EN MEDIO DE LAS CONDICIONES.

Tradicionalmente se le llamó DESIDENTIFICARSE DE LA MENTE.

La Identificación con la mente viene como consecuencia de nuestra necesidad de sobrevivir y sucede como parte de la adaptación al medio: construimos un personaje que llamamos YO a la medida del entorno para sobrevivir en él, adoptando sus tablas de verdad para ser aceptado e incluso exitoso en ese organismo en particular: las tribus humanas.

Esta construcción nos hace pasar de niños a adolescentes, perdiendo la inocencia al ver todas las mentiras que nos hicieron de niños solo para manipularnos, pero extrañamente confiamos mas en el personaje que inventamos confundiendolo con nuestro propio ser empezando a militarlo incluso, lo que se llama la PRESENTACIÓN DEL YO,

Hacerse ADULTO dejando de ser ADOLESCENTES sería el momento en que se puede volver a desidentificarse del personaje YO siendo CONCIENTES de su naturaleza y que en vez de estar al mando sea un aspecto mas de nuestro SER que usamos a nuestro antojo como la herramienta perfecta de sobrevivencia que es.

La PRESENTACIÓN DEL YO es una actividad de autopromoción de las personas indentificadas con su mente, condición que los hace aburridos y repetitivos, convirtiendo en enfermedades incluso sus delirios pseudoracionales.

El yo es un programa de sobrevivencia, se usa como el producto mas auténtico que pudimos hacer de nosotros mismos,
pero no somos nosotros mismos.

El ser, la CONCIENCIA puede observar todo eso y aún a sí misma haciendo eso

¿Cómo podría expresarlo? ¿Como la totalidad puede ser representada solo con una de sus partes?

Así es la intuición: NOS DA LA CONCIENCIA DE LA COSA,
esa conciencia no se puede expresar, pero se puede USAR cuando llegue la circunstancia y la necesites.

Cualquier invento que hagas con la INTUICIÓN en tu cabeza del tipo proyectos o expectativas y el ¡hay, pensé! y esperar que suceda, NO VA A SUCEDER ASÍ, como estas pensando, pero si tu lo proyectaste en tu mente TU SI VAS A RESPONDER ASÍ , y el esfuerzo que da tal cosa y su gasto de energía no es para el bienestar de tu ser, sino que es lanzado al medio para que cualquier cosa, ser o circunstancia que pueda recolectarlo, conectarlo, absorberlo, PUEDA USARLO.

Un programa informático puede hacerlo, responder a nuestras expectativas casi en un 100%, lo que está hablando no del programa ni de su programador, sino de que nuestra mente es igual a un programa: SOLO CÓDIGO.

¿CÓMO ES QUE VOS NO PODES INTERVENIR EL CÓDIGO DE UN PERSONAJE QUE INVENTASTE VOS MISMO Y CUALQUIERA PUEDE VENIR Y METERTE CÓDIGO PARA MODIFICAR TU CONDUCTA DE LA MANERA QUE SE LE ANTOJE?

LA INTUICIÓN es un INSTANTE, la duración de ese instante depende de tu percepción y de como lo guardes.

no es necesario FORMULARLO, y si se lo formula, no debe ser referente a un hecho o una descripción o una circunstancia, sino que debe ser UN GUION ABSTRACTO que mantenga la PERSPECTIVA ABSTRACTA DE LA INTUICIÓN,

la CONCIENCIA deviene ENERGÍA y la energía deviene MATERIA

Lo ABSTRACTO es la CONCIENCIA,

martes, 25 de agosto de 2020

PLANDEMIA

PLANDEMIA


La segunda parte del documental más censurado durante la pandemia. Y tal vez de los documentales más importantes jamás creados. Extraordinariamente bien documentado, fue emitido en exclusiva en LondonReal.TV el 18 de Agosto de 2020, y ha sido subtitulado al español por elinvestigador.org.
En su primera emisión en directo tuvo casi dos millones de visualizaciones.
Creado por Mikki Willis después de su entrevista a la Doctora Judy Mikovits que se convirtió en viral hasta que fue censurado en todas las plataformas de redes sociales.
El documental ha sido financiado al 100% por pequeñas donaciones de la gente común, sin corporaciones, sin vínculos políticos y sin agendas ocultas.
En el film se revela qué está conduciendo la agenda de vacunación, los múltiples roles de la OMS, Bill Gates, Tedros Adhanom, Anthony Fauci, entre otros.
Se profundiza en qué está ocurriendo con los medios de comunicación, las farmacéuticas, las empresas tecnológicas como Youtube, Google o Facebook, y las agencias de protección para la salud.
Este documental es capaz de cambiar la narrativa que nos han estado contando sobre el Coronavirus, los confinamientos y otras medidas implantadas, y los verdaderos intereses detrás de las mismas.
El video ha sido subtitulado al español. El documental completo dura unos 75 minutos y más adelante os dejamos una serie de extractos del mismo para que podáis compartirlos fácilmente en redes sociales.
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DOCUMENTAL COMPLETO:

PLANDEMIA
EN EL MUNDO DE LOS DOCTORES

lunes, 24 de agosto de 2020

LA REGLA DEL NAGUAL

 
 
Al poder que gobierna el destino de todos los seres vivientes se le llama el Águila, no porque sea un águila o porque tenga algo que ver con las águilas, sino porque a los videntes se les aparece como una inconmen­surable y negrísima águila, de altura infinita; empinada como se empinan las águilas.
A medida que el vidente contempla esa negrura; cuatro estallidos de luz le revelan lo que es el Águila. El primer estallido, que es como un rayo, guía al vidente a distinguir los contornos del cuerpo del Águila. Hay trozos de blancura que parecen ser las plumas y los talones de un águila. Un segundo estallido de luz revela una vibrante negrura, crea­dora de viento, que aletea como las alas de un águila. Con el tercer estallido de luz el vidente advierte un ojo taladrante, inhumano. Y el cuarto y último estallido le deja ver lo que el Águila hace.
El Águila se halla devorando la conciencia de todas las criaturas que, vivas en la tierra un momento antes y ahora muertas, van flotando como un incesante enjambre de luciérnagas hacia el pico del Águila para encontrar a su dueño, su razón de haber tenido vida. El Águila desenreda esas minúsculas llamas, las tiende como un curtidor extiende una piel, y después las consume, pues la conciencia es el sustento del Águila.
El Águila, ese poder que gobierna los destinos de los seres vivientes, refleja igualmente y al instante a todos esos seres. Por tanto, no tiene sentido que el hombre le rece al Águila, le pida favores, o tenga espe­ranzas de gracia. La parte humana del Águila es demasiado insigni­ficante como para conmover a la totalidad.
Sólo a través de las acciones del Águila el vidente puede decir qué es lo que ella quiere. El Águila, aunque no se conmueve ante las cir­cunstancias de ningún ser viviente, ha concedido un regalo, a cada uno de estos seres. A su propio modo y por su propio derecho, cualquiera de ellos, si así lo desea, tiene el poder de conservar la llama de la con­ciencia, el poder de desobedecer el comparendo para morir y ser con­sumido. A cada cosa viviente se le ha concedido el poder, si así lo desea, de buscar una apertura hacia la libertad y de pasar por ella. Es obvio para el vidente que ve esa apertura y para las criaturas que pasan a través de ella, que el Águila ha concedido ese regalo a fin de perpetuar la conciencia.
Con el propósito de guiar a los seres vivientes hacia esa apertura, el Águila creó al nagual. El nagual es un ser doble a quien se ha revelado la regla. Ya tenga forma de ser humano, de animal, de planta o de cual­quier cosa viviente, el nagual, por virtud de su doblez, está forzado a buscar ese pasaje oculto.
El nagual aparece en pares, masculino y femenino. Un hombre doble y una mujer doble se convierten en el nagual sólo después de que la regia les ha sido revelada a cada uno de ellos, y cada uno de ellos la ha comprendido y la ha aceptado en su totalidad.
Al ojo del vidente, un hombre nagual o una mujer nagual aparece como un huevo luminoso con cuatro compartimientos. A diferencia del ser humano ordinario, que sólo tiene dos lados, uno derecho y uno izquierdo, el nagual tiene el lado izquierdo dividido en dos secciones longitudinales, y un lado derecho igualmente dividido en dos.
El Águila creó el primer hombre nagual y la primera mujer nagual como videntes y de inmediato los puso en el mundo para que vieran. Les proporcionó cuatro guerreras acechadoras, tres guerreros y un pro­pio, a quienes ellos tendrían que mantener, engrandecer y conducir a la libertad.
Las guerreras son llamadas las cuatro direcciones, las cuatro esquinas de un cuadrado, los cuatro humores, los cuatro vientos, las cuatro dis­tintas personalidades femeninas que existen en la raza humana.
La primera es el Este. Se le llama orden. Es, optimista, de corazón liviano, suave, persistente como una brisa constante.
La segunda es el Norte. Es llamada fuerza. Tiene muchos recursos, es brusca, directa, tenaz como el viento duro.
La tercera es el Oeste. Se le llama sentimiento. Es introspectiva, llena de remordimientos, astuta, taimada, como una ráfaga de viento frío.
La cuarta es el Sur. Se le llama crecimiento. Nutre, es bullanguera, tímida, animada como el viento caliente.
Los tres guerreros y el propio representan los cuatro tipos de activi­dad y temperamento masculinos.
El primer tipo es el hombre que conoce, el erudito; un hombre con­fiable, noble, sereno, enteramente dedicado a llevar a cabo su tarea, cualquiera que ésta fuera.
El segundo tipo es el hombre de acción, sumamente volátil, un gran compañero, voluble y lleno de humor.
El tercer tipo es el organizador, el socio anónimo, el hombre miste­rioso, desconocido. Nada puede decirse de él porque no deja que nada de él se escape.
El propio es el cuarto tipo. Es el asistente, un hombre sombrío y taciturno que logra mucho si se le dirige adecuadamente pero que no puede actuar por sí mismo.
Con el fin de hacer las cosas más fáciles, el Águila mostró al hombre nagual y a la mujer nagual que cada uno de estos tipos entre los hombres y las mujeres de la tierra tienen rasgos específicos en su cuerpo luminoso.
El erudito tiene una especie de hendidura superficial, una brillante depresión en el plexo solar. En algunos hombres aparece como un es­tanque de intensa luminosidad, a veces tersa y reluciente como un espejo que no refleja.
El hombre de acción tiene unas fibras que emanan del área de la voluntad. El número de fibras varía de una a cinco, y su grosor fluctúa desde un cordel hasta un macizo tentáculo parecido a un látigo de más de dos metros. Algunos hombres tienen hasta tres de estas fibras desarro­lladas al punto de ser tentáculos.
Al socio anónimo no se le reconoce por ningún rasgo exclusivo sino por su habilidad de crear, muy involuntariamente, un estallido de poder que bloquea con efectividad la atención de los videntes. Cuando están en presencia de este tipo de hombre, los videntes se descubren inmer­sos en detalles externos en vez de ver.
El asistente no tiene configuración obvia. Ante el vidente aparece co­mo un brillo diáfano en un cascarón de luminosidad sin imperfecciones.
En el dominio femenino, se reconoce al Este por las casi impercep­tibles manchas de su luminosidad, que son como pequeñas zonas de descoloración.
El Norte tiene una radiación que abarca todo, exuda un destello rojizo, casi como calor.
El Oeste tiene una tenue membrana que la envuelve, que la hace verse más oscura que las otras.
El Sur tiene un destello intermitente; brilla durante un momento y después se opaca, para brillar de nuevo.
El hombre nagual y la mujer nagual tienen dos movimientos distintos en sus cuerpos luminosos; sus lados derechos ondean, mientras los izquierdos giran.
En términos de personalidad, el hombre nagual es un proveedor, estable, incambiable. La mujer nagual es un ser en guerra pero aún así es un ser calmado, por siempre consciente pero sin ningún esfuerzo. Cada uno de ellos refleja los cuatro tipos de su sexo en cuatro materas de comportamiento.
La primera orden que el Águila dio al hombre nagual y a la mujer nagual fue que encontraran, por sus propios medios, otro grupo de cua­tro guerreras, las cuatro direcciones, que siendo ensoñadoras fuesen las réplicas exactas de las acechadoras.
Las ensoñadoras aparecen ante el vidente como si tuviesen en sus partes medias un delantal de fibras que asemejan cabellos. Las acecha­doras tienen un rasgo semejante, qué parece delantal, pero en vez de fibras el delantal consiste en incontables, pequeñas y redondas protu­berancias.
Las ocho guerreras están divididas en dos bandas, que son llamadas planetas derecho e izquierdo. El planeta derecho está compuesto de cuatro acechadoras; el izquierdo, de cuatro ensoñadoras. Las guerreras de cada planeta fueron adiestradas por el Águila en la regla de sus tareas específicas: las acechadoras aprendieron a acechar; las soñadoras, a soñar.
Las dos guerreras de cada dirección viven juntas. Son tan semejantes que se reflejan la una a la otra, y sólo a través de la impecabilidad pueden encontrar solaz y estímulo en su reflejo comunal.
La única vez en que las cuatro soñadoras o las cuatro acechadoras se reúnen, es cuando tienen que llevar a cabo una tarea extrema. Pero sólo bajo circunstancias especiales deben juntar sus manos. Ese contacto las fusiona en un solo ser y solamente debe de ser usado en casos de necesidad extrema, o en el momento de abandonar este mundo.
Las dos guerreras de cada dirección están unidas a cualquiera de los guerreros, en la combinación que sea necesaria. De esa manera establecen un grupo de cuatro casas, en las que se pueden incorporar cuantos más guerreros sean necesarios.
Los guerreros y el propio también pueden formar un grupo indepen­diente de cuatro hombres, o cada uno de ellos puede funcionar como ser solitario, si eso dicta la necesidad.
Después, al nagual y a su grupo se les ordenó encontrar a otros tres propios. Estos podían ser todos hombres o todas mujeres o un grupo mixto; las mujeres tenían que ser del Sur.
Para asegurar que el primer hombre nagual condujera a su grupo a la libertad, sin desviarse del camino o sin corromperse, el Águila se llevó a la mujer nagual al otro mundo para que sirviera como faro que guía al grupo hacia la apertura.
El nagual y sus guerreros recibieron luego la orden de olvidar. Fue­ron hundidos en la oscuridad y se les dio nuevas tareas: la tarea de re­cordarse a sí mismos, y la tarea de recordar al Águila.
La orden de olvidar fue tan enorme que todos se separaron. No pudieron recordar quiénes eran. El Águila designó que si lograban re­cordarse a sí mismos nuevamente, podrían hallar la totalidad de sí mis­mos. Sólo entonces tendrían la fuerza y la tolerancia necesarias para bus­car y enfrentar su jornada definitiva.
Su última tarea, después de recobrar la totalidad de sí mismos, consistió en conseguir un nuevo par de seres dobles y de transformarlos en un nuevo hombre nagual y en una nueva mujer nagual por virtud de revelarles la regla.
Y así como el primer hombre nagual y la primera mujer nagual fueron provistos de una banda mínima, su deber era proporcionar al nuevo par de naguales cuatro guerreras acechadoras, tres guerreros y un propio.
Cuando el primer nagual y su banda estuvieron listos para entrar en el pasaje, la primera mujer nagual ya los esperaba para guiarlos. Se les ordenó entonces que se llevaran con ellos a la nueva mujer nagual a fin de que ella sirviera de faro a su gente; el nuevo hombre nagual se quedó en el mundo para repetir el ciclo.
Mientras se hallan en el mundo, el número mínimo que se hallaba la dirección del nagual es dieciséis: ocho guerreras, cuatro guerreros contando al nagual, y cuatro propios. En el momento de abandonar el mundo, cuando la nueva mujer nagual se encuentra con ellos, el número del nagual es diecisiete. Si el poder personal permite tener más guerreros, éstos deben añadirse en múltiplos de cuatro.

Seis proposiciones explicatorias

A pesar de las asombrosas maniobras que don Juan efectuó con mi conciencia, a lo largo de los años yo persistí, obsti­nado, en tratar de evaluar intelectualmente lo que él hacía. Aunque he escrito mucho acerca de estas maniobras, siem­pre ha sido desde el punto de vista experiencial y, además, desde una posición estrictamente racional. Inmerso como estaba en mi propia racionalidad, no pude reconocer las metas de las enseñanzas de don Juan. Para comprender el alcance de estas metas con algún grado de exactitud, era necesario que perdiera mi forma humana y que llegara a la totalidad de mí mismo.
Las enseñanzas de don Juan tenían como fin guiarme a tra­vés de la segunda fase del desarrollo de un guerrero: la verifi­cación y aceptación irrestricta de que en nosotros hay otro tipo de conciencia. Esta fase se dividía en dos categorías. La primera, para la que don Juan requirió la ayuda de don Ge­naro, trataba con las actividades. Consistía en mostrarme ciertos procedimientos, acciones y métodos que estaban dise­ñados a ejercitar mi conciencia. La segunda tenía que ver con la presentación de las seis proposiciones explicatorias.
A causa de las dificultades que tuve en adaptar mi racionali­dad a fin de aceptar la plausibilidad de lo que me enseñaba, don Juan presentó estas proposiciones explicatorias en tér­minos de mis antecedentes escolásticos.
Lo primero que hizo, como introducción, fue crear una escisión en mí mediante un golpe específico en el omóplato derecho, un golpe que me hacía entrar en un estado desusual de conciencia, el cual yo no podía recordar una vez que había vuelto a la normalidad.
Hasta el momento en que don Juan me hizo entrar en tal estado de conciencia tenía un innegable sentido de conti­nuidad, que creí producto de mi experiencia vital. La idea que tenía de mí mismo era la de ser una entidad completa que podía rendir cuentas de todo lo que había hecho. Además, me hallaba convencido de que el aposento de toda mi con­ciencia, si es que lo había, se hallaba en mi cabeza. Sin embargo, don Juan me demostró con su golpe que existe un centro en la espina dorsal, a la altura de los omóplatos, que obvia­mente es un sitio de conciencia acrecentada.
Cuando interrogué a don Juan sobre la naturaleza de ese golpe, me explicó que el nagual es un dirigente, un guía que tiene la responsabilidad de abrir el camino, y que debe ser impecable para empapar a sus guerreros con un sentido de confianza y claridad. Sólo bajo esas condiciones un nagual se halla en posibilidad de proporcionar un golpe en la espalda a fin de forzar un desplazamiento de conciencia, pues el poder del nagual es lo que permite llevar a cabo la transición. Si el nagual no es un practicante impecable, el desplazamiento no ocurre, como fue el caso cuando yo traté, sin éxito, de colocar a los demás aprendices en un estado de conciencia acrecen­tada aporreándolos en la espalda antes de aventuramos en el puente.
Pregunté a don Juan qué conllevaba ese desplazamiento de conciencia. Me dijo que el nagual tiene que dar el golpe en un sitio preciso, que varía de persona a persona pero que siempre se halla en el área general de los omóplatos. Un nagual tiene que ver para especificar el sitio, que se localiza en la periferia de la luminosidad de uno y no en el cuerpo físico en sí; una vez que el nagual lo identifica, lo empuja, más que golpearlo, y así crea una concavidad, una depresión en el cascarón lu­minoso. El estado de conciencia acrecentada que resulta de ese golpe dura lo que dura la depresión. Algunos cascarones luminosos vuelven a sus formas originales por sí mismos, algunos tienen que ser golpeados en otro punto a fin de ser restaurados, y otros más ya nunca recuperan sus formas ovales.
Don Juan decía que los videntes ven la conciencia como una brillantez peculiar. La conciencia de la vida cotidiana es un destello en el lado derecho, que se extiende del exterior del cuerpo físico hasta la periferia de nuestra luminosidad.
La conciencia acrecentada es un brillo más intenso que se asocia con gran velocidad y concentración, un fulgor que satura la periferia del lado izquierdo.
Don Juan decía, que los videntes explican lo que ocurre con el golpe del nagual, como un desalojamiento temporal de un centro colocado en el capullo luminoso del cuerpo. Las emanaciones del Águila en realidad se evalúan y se seleccio­nan en ese centro. El golpe altera su funcionamiento normal.
A través de sus observaciones, los videntes han llegado a la conclusión de que los guerreros tienen que ser puestos en ese estado de desorientación. El cambio en la manera como fun­cione la conciencia bajo esas condiciones hace que ese estado sea un territorio ideal para dilucidar los mandatos del Águila: permite que los guerreros funcionen como si estuvieran en la conciencia de todos los días, con la diferencia de que pueden concentrarse en todo lo que hacen con una claridad y con una fuerza sin precedentes.
Don Juan decía que mi situación era análoga a la que él ha­bía experimentado. Su benefactor creó una profunda esci­sión en él, haciéndolo desplazarse una y otra vez de la con­ciencia del lado derecho a la del lado izquierdo. La claridad y la libertad de su conciencia del lado izquierdo se hallaban en oposición directa a las racionalizaciones e interminables defensas de su lado derecho. Me dijo que todos los guerre­ros son echados a las profundidades de la misma situación que esa polaridad modela, y que el nagual crea y refuerza la escisión a fin de conducir a sus aprendices a la convicción de que hay una conciencia en los seres humanos que no se ha ex­plorado.

1. Lo que percibimos como mundo son las emanaciones del Águila.
Don Juan me explicó que el mundo que percibimos no tiene existencia trascendental. Como estamos familiariza­dos con él creemos que lo que percibimos es un mundo de objetos que existen tal como los percibimos, cuando en rea­lidad no hay un mundo de objetos, sino, más bien, un universo de emanaciones del Águila.
Esas emanaciones representan la única realidad inmuta­ble. Es una realidad que abarca todo lo que existe, lo per­ceptible y lo imperceptible, lo conocible y lo inconocible.
Los videntes que ven las emanaciones del Águila las llaman mandatos a causa de su fuerza apremiante. Todas las criaturas vivientes son apremiadas a usar las emanaciones, y las usan sin llegar a saber lo que son. El hombre común y corriente las interpreta como la realidad. Y los videntes que ven las emanaciones las interpretan como la regla.
A pesar de que los videntes ven las emanaciones, no tienen manera de saber qué es lo que están viendo. En vez de enderezarse con conjeturas superfluas, los videntes se ocupan en la especulación funcional de cómo se pueden interpretar los mandatos del Águila. Don Juan sostenía que intuir una real­idad que trasciende el mundo que percibimos se queda en el nivel de las conjeturas; no le basta a un guerrero conjeturar que los mandatos del Águila son percibidos instantáneamente por todas las criaturas que viven en la tierra, y que ninguna de ellas los perciben de la misma manera. Los guerreros deben tratar de presenciar el flujo de emanaciones y "ver" la manera como el hombre y otros seres vivientes lo usan para construir su mundo perceptible.
Cuando propuse utilizar la palabra "descripción" en vez de emanaciones del Águila, don Juan me aclaró que no estaba haciendo una metáfora. Dijo que la palabra descripción connota un acuerdo humano, y que lo que percibimos emer­ge de un mandato en el que no cuentan los acuerdos humanos.

2. La atención es lo que nos hace percibir las emanaciones del Águila como el acto de "desnatar"
Don Juan decía que la percepción es una facultad física que cultivan las criaturas vivientes; el resultado final de este cultivo en los seres humanos es conocido, entre los videntes, como "atención". Don Juan describió la atención como el ac­to de enganchar y canalizar la percepción. Dijo que ese acto es nuestra hazaña más singular, que cubre toda la gama de alternativas y posibilidades humanas. Don Juan estableció una distinción precisa entre alternativas y posibilidades. Alternativas humanas son las que estamos capacitados para escoger como personas que funcionan dentro del medio so­cial. Nuestro panorama de este dominio es muy limitado. Po­sibilidades humanas resultan ser aquellas que estamos capa­citados para lograr como seres luminosos.
Don Juan me reveló un esquema clasificatorio de tres tipos de atención, enfatizando que llamarlos "tipos" era erróneo. De hecho, se trata de tres niveles de conocimiento: la primera, la segunda y la tercera atención; cada una de ellas es un domi­nio independiente, completo en sí.
Para un guerrero que se halla en las fases iniciales de su aprendizaje, la primera atención es la más importante de las tres. Don Juan decía que sus proposiciones explicatorias eran intentos de traer al primer plano el modo como funciona la primera atención, algo que es totalmente desapercibido por nosotros. Consideraba imperativo que los guerreros compren­dieran la naturaleza de la primera atención si es que iban a aventurarse en las otras dos.
Me explicó que a la primera atención se le ha enseñado a moverse instantáneamente a través de todo un espectro de las emanaciones del Águila, sin poner el menor énfasis evidente en ello, a fin de alcanzar "unidades perceptuales" que todos nosotros hemos aprendido que son perceptibles. Los videntes llaman "desnatar" a esta hazaña de la primera atención, porque implica la capacidad de suprimir las emanaciones superfluas y seleccionar cuáles de ellas se deben enfatizar.
Don Juan explicó este proceso tomando como ejem­plo la montaña que veíamos en ese momento. Sostuvo que mi primera atención, al momento de ver la montaña, ha­bía desnatado una infinita cantidad de emanaciones para obtener un milagro de percepción; un desnate que todos los seres humanos conocen porque cada uno de ellos lo ha logrado alcanzar por sí mismo.
Los videntes dicen que todo aquello que la primera aten­ción suprime para obtener un desnate, ya no puede ser re­cuperado por la primera atención bajo ninguna condición. Una vez que aprendemos a percibir en términos de desnates, nuestros sentidos ya no registran las emanaciones superfluas. Para dilucidar este punto me dio el ejemplo del desnate "cuerpo humano". Dijo que nuestra primera atención está totalmente inconsciente de las emanaciones que componen el luminoso cascarón externo del cuerpo físico. Nuestro ca­pullo oval no está sujeto a la percepción; se han rechazado las emanaciones que lo harían perceptible en favor de las que permiten a la primera atención percibir el cuerpo físico tal como lo conocemos.
Por tanto, la meta perceptual que tienen que lograr los ni­ños mientras maduran, consiste en aprender a aislar las emana­ciones apropiadas con el fin de canalizar su percepción caótica y transformarla en la primera atención; al hacerlo, aprenden a construir desnates. Todos los seres humanos maduros que rodean a los niños les enseñan a desnatar. Tarde o temprano los niños aprenden a controlar su primera atención a fin de percibir los desnates en términos semejantes a los de sus maestros.
Don Juan nunca dejó de maravillarse con la capacidad de los seres humanos de impartir orden al caos de la percepción. Sostenía que cada uno de nosotros, por sus propios méritos, es un mago magistral y que nuestra magia consiste en imbuir de realidad los desnates que nuestra primera atención ha aprendido a construir. El hecho de que percibimos en térmi­nos de desnates es el mandato del Águila, pero percibir los mandatos como objetos es nuestro poder, nuestro don má­gico. Nuestra falacia, por otra parte, es que siempre acabamos siendo unilaterales al olvidar que los desnates sólo son reales en el sentido de que los percibimos como reales, debido al poder que tenemos para hacerlo. Don Juan llamaba a esto un error de juicio que destruye la riqueza de nuestros misterio­sos orígenes.

3. A los desnates les da sentido el primer anillo de poder.
Don Juan decía que el primer anillo de poder es la fuer­za que sale de las emanaciones del Águila para afectar exclusi­vamente a nuestra primera atención. Explicó que se le ha re­presentado como un "anillo" a causa de su dinamismo, de su movimiento ininterrumpido. Se le ha llamado anillo "de po­der" debido, primero, a su carácter compulsivo, y, segundo, a causa de su capacidad única de detener sus obras, de cam­biarlas o de revertir su dirección.
El carácter compulsivo se muestra mejor en el hecho de que no sólo apremia a la primera atención a construir y perpetuar desnates, sino que exige un consenso de todos los participantes. A todos nosotros se nos exige un completo acuerdo sobre la fiel reproducción de desnates, pues la conformidad al primer anillo de poder tiene que ser total.
Precisamente esa conformidad es la que nos da la certeza de que los desnates son objetos que existen como tales, in­dependientemente de nuestra percepción. Además, lo com­pulsivo del primer anillo de poder no cesa después del acuer­do inicial, sino que exige que continuamente renovemos el acuerdo. Toda la vida tenemos que operar como si, por ejem­plo, cada uno de nuestros desnates fueran perceptualmente los primeros para cada ser humano, a pesar de lenguajes y de culturas, Don Juan concedía que aunque todo eso es dema­siado serio para tomarlo en broma, el carácter apremiante del primer anillo de poder es tan intenso que nos fuerza a creer que si la "montaña" pudiera tener una conciencia propia, ésta se consideraría como el desnate que hemos aprendido a cons­truir.
La característica más valiosa que el primer anillo de po­der tiene para los guerreros es la singular capacidad de in­terrumpir su flujo de energía, o de suspenderlo del todo. Don Juan decía que ésta es una capacidad latente que existe en todos nosotros como unidad de apoyo. En nuestro estrecho mundo de desnates no hay necesidad de usarla. Puesto que es­tamos tan eficientemente amortiguados y escudados por la red de la primera atención, no nos damos cuenta, ni siquiera vagamente, de que tenemos recursos escondidos. Sin embargo, si se nos presentara otra alternativa para elegir, como es la opción del guerrero de utilizar la segunda atención, la capaci­dad latente del primer anillo de poder podría empezar a fun­cionar y podría usarse con resultados espectaculares.
Don Juan subraya que la mayor hazaña de los brujos es el proceso de activar esa capacidad latente; él lo llamaba blo­quear el intento del primer anillo de poder. Me explicó que las emanaciones del Águila, que ya han sido aisladas por la primera atención para construir el mundo de todos los días, ejerce una presión inquebrantable en la primera atención. Para que esta presión detenga su actividad, el inten­to tiene que ser desalojado. Los videntes llaman a esto una obstrucción o una interrupción del primer anillo de poder.

4. El intento es la fuerza que mueve al primer anillo de poder.
Don Juan me explicó que el intento no se refiere a tener una intención, o desear una cosa u otra, sino más bien se tra­ta de una fuerza imponderable que nos hace comportarnos de maneras que pueden describirse como intención, deseo, voli­ción, etcétera. Don Juan no lo presentaba como una condición de ser, proveniente de uno mismo, tal como es un hábito producido por la socialización, o una reacción biológica, sino más bien lo representaba como una fuerza privada, íntima, que poseemos y usamos individualmente como una llave que hace que el primer anillo de poder se mueva de maneras aceptables. El intento es lo que dirige a la primera atención para que ésta se concentre en las emanaciones del Águila dentro de un cierto marco. Y el intento también es lo que or­dena al primer anillo de poder a obstruir o interrumpir su flujo de energía.
Don Juan me sugirió que concibiera el intento como una fuerza invisible que existe en el universo, sin recibirse a si misma, pero que aun así afecta a todo: fuerza que crea y que mantiene los desnates.
Aseveró que los desnates tienen que recrearse incesante­mente para estar imbuidos de continuidad. A fin de recrearlos cada vez con el frescor que necesitan para construir un mundo viviente, tenemos que intentarlos cada vez que los construi­mos. Por ejemplo, tenemos que intentar la "montaña" con todas sus complejidades para que el desnate se materialice completo. Don Juan decía que para un espectador, que se comporta exclusivamente con base en la primera atención sin la intervención del intento, la "montaña" aparecería como un desnate enteramente distinto. Podría aparecer como el des­nate "forma geométrica" o "mancha amorfa de coloración". Para que el desnate montaña se complete, el espectador debe intentarlo, ya sea involuntariamente a través de la fuerza apremiante del primer anillo de poder, o premeditadamente, a través del entrenamiento del guerrero.
Don Juan me señaló las tres maneras como nos llega el in­tento. La más predominante es conocida por los videntes como "el intento del primer anillo de poder". Este es un intento ciego que nos llega por una casualidad. Es como si estuvié­ramos en su camino, o como si el intento se pusiera en el nuestro. Inevitablemente nos descubrimos atrapados en sus mallas sin tener ni el menor control de lo que nos está sucediendo.
La segunda manera es cuando el intento nos llega por su propia cuenta. Esto requiere un considerable grado de propó­sito, un sentido de determinación por parte nuestra. Sólo en nuestra capacidad de guerreros podemos colocarnos vo­luntariamente en el camino del intento; lo convocamos, por así decirlo. Don Juan me explicó que su insistencia por ser un guerrero impecable no era nada más que un esfuerzo por dejar que el intento supiera que él se está poniendo en su camino.
Don Juan decía que los guerreros llaman "poder" a este fenómeno. Así es que cuando hablan de tener poder perso­nal, se refieren al intento que les llega voluntariamente. El resultado, me decía, puede describirse como la facilidad de encontrar nuevas soluciones, o la facilidad de afectar a la gente o a los acontecimientos. Es como si otras posibilidades, desconocidas previamente por el guerrero, de súbito se vol­viesen aparentes. De esta manera, un guerrero impecable nunca planea nada por adelantado, pero sus actos son tan decisivos que parece como si el guerrero hubiera calculado de antemano cada faceta de su actividad.
La tercera manera como encontramos al intento es la más rara y compleja de las tres; ocurre cuando el intento nos permite armonizar con él. Don Juan describía éste estado como el verdadero momento de poder: la culminación de los esfuerzos de toda una vida en busca de la impecabilidad. Só­lo los guerreros supremos lo obtienen, y en tanto se encuen­tran en ese estado, el intento se deja manejar por ellos a vo­luntad. Es como si el intento se hubiera fundido en esos gue­rreros, y al hacerlo los transforma en una fuerza pura, sin preconcepciones. Los videntes llaman a este estado el "in­tento del segundo anillo de poder", o "voluntad".

5. El primer anillo de poder puede ser detenido mediante un bloqueo funcional de la capacidad de armar desnates.
Don Juan decía que la función de los no-haceres es crear una obstrucción en el enfoque habitual de nuestra primera atención. Los no-haceres son; en este sentido, maniobras des­tinadas a preparar la primera atención para el bloqueo funcio­nal del primer anillo de poder o, en otras palabras, para la interrupción del intento.
Don Juan me explicó que este bloqueo funcional, que es el único método de utilizar sistemáticamente la capacidad laten­te del primer anillo de poder, representa una interrupción temporal que el benefactor crea en la capacidad de armar des­nates del discípulo. Se trata de una premeditada y poderosa intrusión artificial en la primera atención, con el objeto de empujarla más allá de las apariencias que los desnates cono­cidos nos presentan; esta intrusión se logra interrumpiendo el intento del primer anillo de poder.
Don Juan decía que para llevar a cabo la interrupción, el benefactor trata al intento como lo que verdaderamente es: un proceso, un flujo, una corriente de energía que eventual­mente puede detenerse o reorientarse. Una interrupción de esta naturaleza, sin embargo, implica una conmoción de tal mag­nitud que puede forzar al primer anillo de poder a detenerse del todo; una situación imposible de concebir bajo nuestras condiciones normales de vida. Nos resulta impensable que podamos desandar los pasos que tomamos al consolidar nuestra percepción, pero es factible que bajo el impacto de esa interrupción podamos colocarnos en una posición perceptual muy similar a la de nuestros comienzos, cuando los mandatos del Águila eran emanaciones que aún no imbuíamos de signi­ficado.
Don Juan decía que cualquier procedimiento que el bene­factor pueda cesar para crear esta interrupción, tiene que estar íntimamente ligada con su poder personal, por tanto, un benefactor no emplea ningún proceso para manejar el in­tento, sino que a través de su poder personal lo mueve y lo pone al alcance del aprendiz.
En mi caso, don Juan logró el bloqueo funcional del pri­mer anillo de poder mediante un proceso complejo, que combinaba tres, métodos: ingestión de plantas alucinogé­nicas, manipulación del cuerpo y maniobrar el intento mismo.
En el principio don Juan se apoyó fuertemente en la inges­tión de plantas alucinogénicas, al parecer a causa de la persis­tencia de mi lado racional. El efecto fue tremendo, y sin em­bargo retardó la interrupción que se buscaba. El hecho de que las plantas fueran alucinogénicas le ofrecía a mi razón la justificación perfecta para congregar todos sus recursos dispo­nibles para continuar ejerciendo el control. Yo estaba conven­cido de que podía explicar lógicamente cualquier cosa que experimentaba, junto con las inconcebibles hazañas que don Juan y don Genaro solían llevar a cabo para crear las interrup­ciones, como distorsiones perceptuales causadas por la inges­tión de alucinógenos.
Don Juan decía que el efecto más notable de las plantas alucinogénicas era algo que cada vez que las ingería yo inter­pretaba como la peculiar sensación de que todo en torno a mí exudaba una sorprendente riqueza. Había colores, formas, de­talles que nunca antes había presenciado. Don Juan utilizó este incremento de mi habilidad para percibir, y mediante una serie de órdenes y comentarios me forzaba a entrar en un estado de agitación nerviosa. Después manipulaba mi cuer­po y me hacía cambiar de un lado al otro de la conciencia, hasta que había creado visiones fantasmagóricas o escenas completamente reales con criaturas tridimensionales que era imposible que existieran en este mundo.
Don Juan me explicó que una vez que se rompe la relación directa entre el intento y los desnates que estamos construyendo, ésta ya nunca se puede restituir. A partir de ese mo­mento adquirimos la habilidad de atrapar una corriente de lo que él conocía como "intento fantasma", o el intento de los desnates que no están presentes en el momento o en el lugar de la interrupción, eso es, un intento que queda a nuestra dis­posición a través de algún aspecto de la memoria.
Don Juan sostenía que con la interrupción del intento del primer anillo de poder nos volvemos receptivos y maleables; un nagual puede entonces introducir el intento del segundo anillo de poder. Don Juan se hallaba convencido de que los niños de cierta edad se hallan en una situación parecida de receptividad; al estar privados de intento, quedan listos para que se les imprima cualquier intento accesible a los maestros que los rodean.
Después de un periodo de ingestión continua de plantas alu­cinogénicas, don Juan descontinuó totalmente su uso. Sin em­bargo, obtuvo nuevas y aún más dramáticas interrupciones en mí manipulando mi cuerpo y haciéndome cambiar de esta­dos de conciencia, combinando todo esto con maniobrar el intento mismo. A través de una combinación de instrucciones mesmerizantes y de comentarios apropiados, don Juan creaba una corriente de intento fantasma, y yo era conducido a expe­rimentar los desnates comunes y corrientes como algo inima­ginable. El conceptualizó todo eso como "vislumbrar la in­mensidad del Águila".
Don Juan me guió magistralmente a través de incontables interrupciones de intento hasta que se convenció, como viden­te, que mi cuerpo mostraba el efecto del bloqueo funcional del primer anillo de poder. Decía que podía ver una actividad desacostumbrada en mi cascarón luminoso en torno al área de los omóplatos. La describió como un hoyuelo que se había formado exactamente como si la luminosidad fuese una capa muscular contraída por un nervio.
Para mí, el efecto del bloqueo funcional del primer ani­llo de poder fue que logró borrar la certeza que toda mi vida había tenido de que era "real" lo que reportaban mis senti­dos. Calladamente entré en un estado de silencio interior. Don Juan decía que lo que le da a los guerreros esa extrema incertidumbre que su benefactor experimentó a fines de su vida, esa resignación al fracaso que él mismo se hallaba vivien­do, es el hecho de que un vislumbre de la inmensidad del Águila nos deja sin esperanzas. La esperanza es resultado de nuestra familiaridad con los desnates y de la idea de que los controlamos. En tales momentos sólo la vida de guerrero nos puede ayudar a perseverar en nuestros esfuerzos por descubrir lo que el Águila nos ha ocultado, pero sin esperanzas de que podamos llegar a comprender alguna vez lo que descubrimos.

6. la segunda atención.
Don Juan me explicó que el examen de la segunda atención debe de comenzar con darse cuenta de que la fuerza del primer anillo de poder, que nos encajona, es un lindero físico, concre­to. Los videntes lo han descrito como una pared de niebla, una barrera que puede ser llevada sistemáticamente a nuestra con­ciencia por medio del bloqueo del primer anillo de poder; y luego puede ser perforada por medio del entrenamiento del guerrero.
Al perforar la pared de niebla, uno entra en un vasto estado intermedio. La tarea de los guerreros consiste en atravesarlo hasta llegar a la siguiente línea divisoria, que se deberá perforar a fin de entrar en lo que propiamente es el otro yo o la segun­da atención.
Don Juan decía que las dos líneas divisorias son perfecta­mente discernibles. Cuando los guerreros perforan la pared de niebla, sienten que se retuercen sus cuerpos, o sienten un inten­so temblor en la cavidad de sus cuerpos, por lo general a la de­recha del estómago o a través de la parte media, de derecha a izquierda. Cuando los guerreros perforan la segunda línea, sienten un agudo crujido en la parte superior del cuerpo, algo como el sonido de una pequeña rama seca que es partida en dos.
Las dos líneas que encajonan a las dos atenciones, y que las sellan individualmente; son conocidas por los videntes como las líneas paralelas. Estas sellan las dos atenciones mediante el hecho de que se extienden hasta el infinito, sin permitir jamás el cruce a no ser que se les perfore.
Entre las dos líneas existe un área de conciencia específica que los videntes llaman limbo, o el mundo que se halla entre las líneas paralelas. Se trata de un espacio real entre dos enor­mes órdenes de emanaciones del Águila; emanaciones que se hallan dentro de las posibilidades humanas de conciencia. Uno es el nivel que crea el yo de la vida de todos los días, y el otro es el nivel que crea el otro yo. Como el limbo es una zona transi­cional, allí los dos campos de emanaciones se extienden el uno sobre el otro. La fracción del nivel que nos es conocido, que se extiende dentro de esa área, engancha a una porción del pri­mer anillo de poder; y la capacidad del primer anillo de poder de construir desnates, nos obliga a percibir una serie de desna­tes en el limbo que son casi como los de la vida diaria, salvo que aparecen grotescos, insólitos y contorsionados. De esa ma­nera el limbo tiene rasgos específicos que no cambian arbitra­riamente cada vez que uno entra en él. Hay en él rasgos físicos que semejan los desnates de la vida cotidiana.
Don Juan sostenía que la sensación de pesadez que se expe­rimenta en el limbo se debe a la carga creciente que se ha colocado en la primera atención. En el área que se halla justa­mente tras de la pared de niebla aún podemos comportarnos como lo hacemos normalmente; es como si nos encontráramos en un mundo grotesco pero reconocible. Conforme penetra­mos más profundamente en él, más allá de la pared de niebla, progresivamente se vuelve más difícil reconocer los rasgos o comportarse en términos del yo conocido.
Me explicó que era posible hacer que en vez de la pared de niebla apareciese cualquier otra cosa, pero que los videntes han optado por acentuar lo que consume menor energía: visualizar ese lindero como una pared de niebla no cuesta ningún esfuerzo.
Lo que existe más allá de la segunda línea divisoria es cono­cido por los videntes como la segunda atención, o el otro yo, o el mundo paralelo; y el acto de traspasar los dos linderos es conocido como "cruzar las líneas paralelas".
Don Juan pensaba que yo podía asimilar este concepto más firmemente si me describía cada dominio de la conciencia co­mo una predisposición perceptual específica. Me dijo que en el territorio de la conciencia de la vida cotidiana, nos hallamos inescapablemente enredados en la predisposición perceptual de la primera atención. A partir del momento en que el primer anillo de poder empieza a construir desnates, la manera de cons­truirlos se convierte en nuestra predisposición perceptual normal. Romper la fuerza unificadora de la predisposición perceptual de la primera atención implica romper la primera lí­nea divisoria. La predisposición perceptual normal pasa enton­ces al área intermedia que se halla entre las líneas paralelas. Uno continúa construyendo desnates casi normales durante un tiem­po. Pero conforme se aproxima uno a lo que los videntes llaman la segunda línea divisoria, la predisposición perceptual de la pri­mera atención empieza a ceder, pierde fuerza. Don Juan decía que esta transición está marcada por una repentina incapacidad de recordar o de comprender lo que se está haciendo.
Cuando se alcanza la segunda línea divisoria, la segunda aten­ción empieza a actuar sobre los guerreros que llevan a cabo el viaje. Si éstos son inexpertos, su conciencia se vacía, queda en blanco. Don Juan sostenía que esto ocurre porque se están aproximando a un espectro de las emanaciones del Águila que aún no tienen una predisposición perceptual sistematizada. Mis experiencias con la Gorda y la mujer nagual más allá de la pa­red de niebla era un ejemplo de esa incapacidad. Viajé hasta el otro yo, pero no pude dar cuenta de lo que había hecho por la simple razón de que mi segunda atención se hallaba aún in­formulada y no me daba la oportunidad de organizar todo lo que había percibido.
Don Juan me explicó que uno empieza a activar el segundo anillo de poder forzando a la segunda atención a despertar de su estupor. El bloqueo funcional del primer anillo de poder logra esto. Después, la tarea del maestro consiste en recrear la condición que dio principio al primer anillo de poder, la con­clusión de estar saturado de intento. El primer anillo de poder es puesto en movimiento por la fuerza del intento dado por quienes enseñan a desnatar. Como maestro mío él me estaba dando, entonces, un nuevo intento que crearía un nuevo me­dio perceptual.
Don Juan decía que toma toda una vida de disciplina incesan­te, que los videntes llaman intento inquebrantable, preparar al segundo anillo de poder para que pueda construir desnates del otro nivel de emanaciones del Águila. Dominar la predis­posición perceptual del yo paralelo es una hazaña. de valor in­comparable que pocos guerreros logran. Silvio Manuel era uno de esos pocos.
Don Juan me advirtió que no se debe intentar dominarla deliberadamente. Si esto ocurre, debe de ser mediante un pro­ceso natural que se desenvuelve sin un gran esfuerzo de nuestra parte. Me explicó que la razón de esta indiferencia estriba en la consideración práctica de que al dominarla simplemente se vuelve muy difícil romperla, pues la meta que los guerreros persiguen activamente es romper ambas predisposiciones per­ceptuales para entrar en la libertad final de la tercera atención

Qué es la regla

Tiempo después, mientras caminábamos por la Alameda, casi llegando al Palacio de Bellas Artes, me hizo señas para que nos sentáramos en una banca milagrosamente libre, a un costado de la plaza. Era una banca de hierro forjado. Su ubicación, justo frente a la puerta principal de una antigua iglesia construida con bloques de lava roja y negra, tuvo la virtud de bloquear levemente mi diálogo interno, transportándome a un oasis de serenidad en medio del bullicio de los autos y la gente que pasaba.
Por lo visto, Carlos había previsto ese impacto con una función didáctica. Comentó que esta era la banca favorita de don Juan, lo cual me conmovió mucho. Frotándose las manos, aseguró que era tiempo de ir al grano.
“¿Sabes qué cosa es la regla?” - me preguntó.
Aunque yo había leído algo al respecto en uno de sus libros, no había entendido gran cosa, por lo que denegué con la cabeza.
El continuó:
"Ese es el nombre que dan los videntes a la guía de una partida de brujos, una especie de carta de navegación o muestrario de los deberes del guerrero dentro de su grupo de prácticas.
“Después de comprobar exhaustivamente su presencia, los brujos del antiguo México llegaron a la conclusión de que, así como todos los seres vivos poseemos un patrón biológico definido que nos permite reproducirnos y evolucionar, también tenemos un patrón energético responsable de nuestro desarrollo como seres luminosos.
“La regla es la matriz de la cual extraen su energía los moldes de las especies. Puedes entenderla como el plan evolutivo de cada ser viviente, no sólo de la tierra, sino de cualquier rincón del universo donde haya conciencia. Nadie puede desligarse de ella. Lo más que podemos es ignorar que existe, en cuyo caso no pasaremos de ser lo que somos: masa viva al servicio de un propósito que no comprendemos.
"Dicho en términos de brujos, la regla es el esquema de los comandos del águila, una ecuación que correlaciona la efectividad de las acciones con el ahorro de la energía. En el ámbito de lo práctico, tal combinación no puede producir otra cosa que un guerrero.
“La regla es completa en sí misma y cubre todas las facetas del camino del guerrero. Describe cómo se crea y se nutre una partida de naguales, de qué manera se conectan las generaciones para conformar un linaje y les orienta hacia la libertad. Pero, a fin de usarla como llave al poder, uno tiene que verificarla por sí mismo."
“¿Cómo se puede verificar?”
“La regla es auto-evidente para el brujo que ve. Para un principiante como tú, el mejor modo de atestiguar su funcionamiento consiste en detectar su intrusión en el transcurso de tu vida."

El origen de la regla

Le pregunté cómo llegó el hombre a ponerse en contacto con esa matriz.
Me respondió:
“Siempre ha existido. Sin embargo, los videntes son sus descubridores y guardianes.
“La regla es el origen del orden universal. Su funcionamiento y finalidad son desconocidos, no porque no se sepan, sino porque no se comprenden. Centenares de generaciones de brujos dieron sus vidas en el empeño por dilucidarla y por desarrollar propuestas prácticas para cada una de sus unidades conceptuales.
“Al principio, ningún hombre se propuso tener un vislumbre de esa estructura, porque nadie sabía que estaba ahí. A medida que los videntes del México antiguo trabaron contacto con otras entidades conscientes de esta tierra, mucho más viejas y experimentadas que ellos, fueron adquiriendo porciones de la regla. Un día vieron que todas esas porciones encajaban entre sí como un rompecabezas. Ese día descubrieron lo que llaman ‘el mapa’ y comenzó el linaje de los antiguos videntes.
“A través de su ver, ellos verificaron cada porción relativa a los ensoñadores. Probaron todas las combinaciones, determinando sus efectos sobre la conciencia. Organizaron los ejercicios del ensueño en siete niveles de profundidad y penetraron hasta los vericuetos más íntimos del universo. Poco a poco, desarrollaron el diseño de la partida, una estructura en forma de pirámide extremadamente estable y capaz de expresar con transparencia los designios del poder.
“Pero hubo algo que los antiguos no verificaron: la regla para los acechadores. Conocieron el acecho como una posibilidad latente que en la práctica no valía la pena explorar.”
“¿Por qué?”
“Porque, en una época en que ser brujo era estar en la cúspide de la escala social, el acecho como arte no tenía objeto. Hubiera sido una mala inversión. Pero, cuando cambió la modalidad de la época, ese razonamiento llevó a los antiguos casi al borde de la extinción.
“No fue sino hasta la aparición de los toltecas cuando la otra gran porción de la regla reveló su extraordinario contenido. Sólo sobrevivieron los linajes que fueron capaces de aplicarla; el resto se disolvió, se perdió en el torbellino que significó la caída del régimen de los antiguos videntes. La incorporación del acecho determinó el nacimiento de los nuevos videntes. Con ellos, la regla del nagual quedó completamente dilucidada.”
“¿Cuándo ocurrió eso?”
“El período de los nuevos videntes comenzó hace unos cinco mil años y alcanzó su apogeo en los tiempos de Tula. A través del acecho, el aporte fundamental de aquellos guerreros a la brujería fue la noción de la ‘impecabilidad’.”

Un organismo impersonal

“El objetivo de la regla del nagual es generar partidas, es decir, organismos auto-conscientes capaces de volar por esa inmensidad de ahí afuera. Tales organismos se componen por la suma de un grupo de guerreros que han armonizado sus intentos individuales. La finalidad de ese diseño es perpetuar una dimensión no humana de la conciencia."
"¿No humana?"
"Así es. Una dimensión en la que la personalidad ya no es la meta.
“Los seres humanos somos incapaces de entrar y permanecer largo tiempo dentro de la conciencia cósmica, el estado al que don Juan llamaba ‘la tercera atención’. O salimos de allí y olvidamos, o nos quedamos y nos fundimos con ese insondable mar. Pero el poder que nos rige ha encontrado el modo de soslayar tal limitación, creando organismos en los cuales las entidades individuales funcionamos al modo de miembros.
“En el seno de esos organismos se genera un tipo radicalmente nuevo de atención, un intento orientado a explorar lo desconocido y a investigar en equipo lo que no se puede conocer. Los sentimientos de individualidad ya no son el centro de su darse cuenta, pues quedan sustituidos por algo mucho más intenso: la vivencia dentro del todo, un estado energético que ningún hombre común puede siquiera concebir. Ahí no hay rutinas, no hay ego, no hay ignorancia, no hay interpretación. Ese tipo de organismo es sólo una etapa en el camino infinito de la conciencia, pero, para nosotros como seres humanos, esa etapa es final.”
Le pregunté cómo opera la conciencia de una partida.
Me puso una analogía tomada del cuerpo físico.
“Aunque de un modo nebuloso, cada una de nuestras células está conciente de su unidad y, dentro de ciertos límites, puede actuar con independencia. Sin embargo, su intento individual está subordinado a un propósito superior, que es formar el conjunto al que llamamos ‘yo’.
“Cuando el increíble logro de darse cuenta del propósito global llega a sernos patente, entonces atisbamos una línea evolutiva superior. Percibimos la posibilidad de integrarnos con nuestros recíprocos energéticos en una forma de vida cuyos propósitos distan tanto de las preocupaciones del mundo cotidiano, como la conciencia que tiene una célula de nuestra totalidad. Los nuevos videntes llaman a esa formación ‘la partida del nagual’.”
“¿Qué son los recíprocos energéticos?”
“Seres humanos que poseen características luminosas que se complementan.
“La energía es recurrente, genera patrones que todos compartimos. En términos generales, puede decirse que hay cuatro matrices luminosas básicas con doce variantes, sintetizadas por el hombre y la mujer nagual. En la medida en que un tonal se acerca al ideal luminoso de su clase, manifiesta un grado de conciencia superior.
“Cuando los modelos ideales se encuentran, tienden a combinarse. Los sentimientos de atracción entre los seres humanos pueden explicarse como resultado de la fusión de sus moldes energéticos. Lo normal es que tal fusión sea parcial, pero a veces ocurre una repentina e inexplicable oleada de simpatía; un vidente diría que ha tenido lugar un acto de reciprocidad energética.
"Los guerreros de una partida se combinan de modo tal, que su relación produce óptimos resultados en el sentido de ganar y acumular poder.
“Es difícil dar con cuerpos luminosos característicos que estén disponibles para la tarea del nagual; lo ordinario es encontrar tonales deformados por la vida mundana. Pero, cuando un nagual consigue integrar a su partida, la energía de sus guerreros se fusiona. Ellos sacrifican su individualidad por una meta superior, y el retornar a su anterior aislamiento ya no es posible, sólo les produciría la muerte. Puede decirse que una partida no está formada por individualidades, sino que es un solo organismo vivo, de alcances que ya no son humanos.”

La formación de una partida

“¿Qué conciencia tiene cada miembro del objetivo de la partida?”
“Plena conciencia. Cada uno de ellos conoce las historias de poder pertinentes a su especialidad y sabe que su función es parte de un propósito que le trasciende.
“La relación entre la regla y la partida es a través de tareas. Por ejemplo, cuando las guerreras de un grupo reciben el comando de rastrear energía en el espacio hasta dar con posibles candidatos para una nueva generación de brujos, se concentran en esa tarea como su avenida a la libertad. No les interesa otra cosa. Cuando se resquebraja la disciplina de ese intento, el resultado puede ser caótico.”
Me puso un ejemplo del efecto de un interés personal deslizado dentro de la tarea del brujo.
"Poco después de comenzar mi aprendizaje, y aunque nadie me pidió que lo hiciera, yo me brindé para ayudar a don Juan a constituir la nueva partida. Cada vez que una chica hermosa me prestaba atención, veía en ella a mi recíproco energético y trataba de 'vendérsela' a don Juan elogiando sus cualidades.
“Al principio, los guerreros lo tomaron a broma. Pero, poco a poco se fueron encabronando, y un día en que llevaba a mi nueva 'mujer nagual' para presentársela, ya no los encontré, todos se habían cambiado de casa. Sentirme sólo me ayudó a recuperar la sobriedad.
“La partida es un ser autoconciente que nos supera ampliamente. Participar en su intento es algo tan excepcional, que en cuanto un aprendiz vislumbra su totalidad, su posición de ego simplemente se derrite. Eso no implica que automáticamente se vuelva impecable; aun debe esforzarse durante años para templar su carácter y extirpar su importancia personal así como la obsesión por el poder.
“Sólo el hombre y la mujer nagual tienen una visión total del funcionamiento de la partida. Siguiendo la analogía, te diría que ellos son sus células nerviosas, las unidades que comandan el proceso de perpetuación. Los demás integrantes sirven de apoyo y llevan a cabo las tareas concretas de reduplicación del grupo.
“El trabajo del nagual es agotador. Él tiene que dominar las artes del acecho y del ensueño a la perfección, tiene que aprender a ver y desarrollar al máximo su capacidad de manipulación, y tiene que poner un ejemplo de sobriedad a fin de mantener la cohesión del grupo. Si se deja llevar por sus emociones, el resultado es la desintegración.”
Le pregunté por qué.
“Porque la partida es un organismo de masa crítica. Si cualquiera de sus componentes se desvía del objetivo, la disfunción resultante provoca un colapso y hay que recomenzarlo todo. Es por eso que el nagual está obligado a exigir de sus guerreros que den el máximo de sí y a disponer las tareas de manera que todos participen con optimismo y confianza. El aceite de la partida es la impecabilidad de sus miembros, y su combustible, el anhelo de la libertad total.”

El orden de la partida

“¿Cuántos guerreros integran un grupo?”
“El orden normal de una partida es cuatripartita, ya que la regla tiene forma de pirámide. La formación y el crecimiento se realizan de acuerdo con esa estructura básica. Como en las pirámides, la arquitectura del grupo se compone de una base con cuatro puntas, integradas cada una de ellas por tres guerreros: una ensoñadora, una acechadora y un ayudante masculino. Las puntas se conectan entre sí a través de mensajeros y por encima de todos está la pareja de naguales.
“La regla se manifiesta a un hombre o una mujer doble mediante una visión y ellos tienen que aceptarla para ser considerados naguales. A partir de esa aceptación, los naguales van juntando poco a poco a sus guerreros, siguiendo siempre las señales del espíritu. Su capacidad de conducir es natural e indisputable, porque ellos, al ser dobles, reflejan a cada uno de los tipos de su partida.
“Se puede definir a los naguales como un hombre y una mujer de extraordinaria energía involucrados en un acto de fecundación de un alcance infinitamente más elevado que todo cuanto conoce el ser humano. Mientras permanecen juntos, ellos suelen presentarse frente a la sociedad como marido y mujer.
“La facultad del hombre nagual es usar las palabras más adecuadas para decir las cosas con precisión, claridad intelectual, fluidez y belleza. Entre los videntes del linaje al que pertenecía el grupo de don Juan, el augurio para ocupar este puesto era estar muriendo. Todos sus líderes, exceptuándome a mí, fueron encontrados en tales condiciones.”
“¿Por qué tu caso fue diferente?”
“Porque, hablando con propiedad, yo soy un nagual excedente. No vine a continuar el linaje, sino a sellarlo.”
“¿Y cuál es la regla para la mujer nagual?”
“La naguala es la luz que orienta todo el esfuerzo, la verdadera madre. Lo normal es que ella parta antes que el grupo y se mantenga fluctuando entre la primera y la segunda atención, visitando a los aprendices en el ensueño. Funciona como un faro y, en caso de necesidad, puede retornar de la segunda atención para sembrar una nueva generación de videntes.
“Por su parte, las guerreras son de dos bandos, acechadoras y ensoñadoras. Tienen dos tipos de funciones: servir como portales y como guardianes. Los portales pertenecen al rumbo del Sur, son el colador o filtro por donde pasan los aprendices. Determinan si un guerrero se queda o se va y tienen la mayor ingerencia en la forma de disponer a los miembros del equipo. Además, ellas son las convocadoras en las reuniones de poder.
“Los guardianes son una especie de versión externa de los portales; hay uno blanco y uno negro. Se les ha encargado vigilar por el buen funcionamiento del grupo, lo cual significa que están alertas ante posibles ataques desde el exterior y también están prestos a resolver los problemas internos. Entre los nuevos videntes, todas estas funciones están a cargo de las mujeres.”
"¿Por qué es así?"
"Porque las mujeres tienen mayor movilidad y más energía que los hombres. Casi todo el universo es de naturaleza femenina, y los equipos de brujas viajan por allí como si estuviesen en su propia casa. Esa capacidad de circular sin interferencias por la energía oscura las convierte en la batería del grupo.
“En cambio, nosotros los hombres somos detectados enseguida, porque nuestra energía es clara y se delata. Además, como no fuimos hechos para parir, no tenemos un órgano especializado para el ensueño. Exceptuando al nagual, los elementos masculinos no tienen mucho brillo dentro de una partida.
“Aun así, la regla establece que haya cuatro guerreros dedicados a organizar, explorar y comprender, para lo cual ellos fijan sus puntos de encaje en sitios muy específicos de la energía. Su presencia sirve para estabilizar al grupo, neutralizando las frecuentes explosiones de poder que protagonizan las guerreras. Si no fuera por ellos, la estructura se volatilizaría en cuanto las mujeres lograsen cierto grado de eficiencia. Así que los hombres funcionan como anclas; fijan al grupo hasta que se consigue un máximo de poder.
“Debido a su forma, don Juan llamaba a la partida ‘la organización de la serpiente’. Es un concepto que él heredó de los viejos videntes, por las manchas cuadradas que tiene la serpiente de cascabel sobre su piel. Afirmaba que la cabeza del animal, con sus ojos fijos e hipnóticos, representa a la pareja nagual. El pecho corresponde a las guerreras ensoñadoras, cuya función es inhalar las visiones y distribuirlas por todo el grupo. El vientre, a las acechadoras, capaces de digerir cualquier situación concebible. La cola son los ayudantes, quienes están encargados de dar movilidad al conjunto. Es una disposición muy fluida.”
“¿Existen partidas que tengan otras formaciones?”
“En gran medida, los guerreros son el resultado de la manipulación implacable del nagual. Puedes comprender que, después de algunos años de esa constante presión, la forma de un grupo, e incluso el matiz luminoso que va tomando la energía de cada uno de sus componentes, se hacen muy específicos. Es por eso que existen tantos linajes de brujos. Pero todos tienen, básicamente, el tipo de partidas piramidales que te he descrito, ya que la experiencia ha demostrado que ésta es la fórmula más estable.”

El propósito de la regla

“¿Cuál es la finalidad de una partida?”
“Desde el punto de vista del águila, explorar, verificar y acrecentar la regla. Cada generación de guerreros debe dejar su huella, porque la regla es acumulativa. La herencia del linaje consiste en una serie de posiciones del punto de encaje, a la que las sucesivas partidas van agregando sus propias adquisiciones. Es normal que los linajes lleven un ‘diario’ de incidentes donde los naguales apuntan sus descubrimientos.
“El interés básico de todo organismo es reproducirse. Por lo tanto, una forma de definirlo, sería decir que la regla es el esquema de un proceso reproductivo. Lo que busca es la perpetuación de la conciencia, algo que, a partir de cierto punto, no puede hacerse por cauces individuales. Los recursos que personalmente adquiere cada guerrero durante su entrenamiento, son logros secundarios.
“Desde el punto de vista de los brujos, el objeto de agruparse es forzar el paso a otro nivel de atención, ya que sin masa energética no hay vuelo.”
“¿Quieres decir que los guerreros solitarios no tienen posibilidades?”
“No. Lo que quiero decir es que una partida puede llegar más lejos.
“Imagínate que vives en una colonia de orugas gregarias en estado de metamorfosis. De repente, uno de los capullos hace eclosión y su morador se marcha en un momentáneo estallido de luz y color. La sensación que te queda es que aquella oruga desapareció. En cambio, para ella, su verdadera vida como mariposa habrá comenzado. Ahora bien, una oruga solitaria es más probable que termine en el estómago de un pájaro.
“Del mismo modo, el objetivo ulterior de los guerreros es el salto definitivo a la tercera atención, la liberación de toda forma de interpretación. La cantidad de energía que hace falta para esto sólo se puede lograr mediante un consenso especial de masa crítica, a fin de generar los acuerdos necesarios para compactar la energía.
“Sin embargo, como muchas partidas no consiguen llegar a su plenitud energética, los naguales han construido un oasis habitable dentro de la segunda atención, un enorme edificio de intento en algún punto alejado del ensueño, a donde van los videntes en solitario o en pequeños grupos. Yo le llamo ‘la cúpula del intento’, porque tiene esa forma a la vista, pero don Juan prefería llamarle ‘el cementerio de los naguales’.”
“¿Por qué le llamaba así?”
“Porque quedarse a vivir en ese espacio implica la muerte literal del brujo. En un sentido nada alegórico, se trata de un cementerio. Aunque quienes eligen ese destino hayan logrado la expansión de la conciencia por un enorme periodo de tiempo, tendrán que prescindir de ella cuando llegue el momento.
“Así que, para muchos brujos, el objetivo inmediato de la partida suele ser la cúpula de los naguales, en la esperanza de poder usarla como un puerto de paso donde se acumulan provisiones para una gran expedición. Para llegar hasta allí no es necesario que todo el grupo parta de una vez. En ocasiones los guerreros eligen marchar de uno en uno. En ese caso, pueden retornar parcialmente, en tanto no se complete la totalidad de la estructura energética del grupo.
“Como comprenderás, los desafíos en que los guerreros se involucran durante su existencia humana son apenas el preludio; lo tremendo viene después. No me preguntes a qué se dedican mientras permanecen en aquel mundo, a ti te sonaría como un cuento de hadas. Lo importante es que todas sus actividades están regidas por la regla.”
Le comenté que, teniendo en cuenta el objeto de la partida, la regla podía interpretarse como el equivalente prehispánico de lo que otras culturas llamaron “leyes divinas”, es decir, un conjunto de normativas diseñadas para la salvación del hombre.
Me respondió:
“No es igual, porque no parte de un ser supremo. El mecanismo de la regla es impersonal, carece de bondad o compasión. No tiene más objetivo que su propia continuidad.
“Dejándose seducir por las analogías, los antiguos videntes cometieron el error de identificar a la regla con sus interpretaciones particulares, y terminaron adorándola y erigiendo templos en su honor. Los nuevos repudiaron todo eso. Al explorar el acecho, desempolvaron la esencia de la brujería y redescubrieron la meta de la libertad total, que no se parece en nada a las metas religiosas. Eso borró en ellos la fascinación por el molde humano, pero tuvo un efecto secundario que ya te he explicado: el desenfrenado entusiasmo de los antiguos fue sustituido por actitudes furtivas y de desconfianza.
“El efecto del acecho sobre las partidas terminó traicionando los móviles iniciales. Con el tiempo, el objetivo de la libertad total llegó a plantearse sólo en forma retórica. Casi todos los brujos del linaje de don Juan prefirieron el vuelo a la segunda atención. Exceptuando al nagual Julián Osorio, ninguno de ellos quiso privarse de la aventura y el éxtasis de visitar la cúpula de los naguales, construida de intento allá, en una de las estrellas de la constelación de Orión.”

Los naguales de tres puntas

“La regla es final, pero su diseño y conformación están en constante evolución. Sólo que, a diferencia de lo que opinan los evolucionistas, quienes ven en las adaptaciones de la vida la acumulación de mutaciones genéticas al azar, los videntes saben que no hay casualidad en la regla. Ellos ven cómo un comando del águila, en forma de una onda de energía, sacude de cuando en cuando a los linajes de poder, produciendo nuevas etapas en la brujería.
“Un modo más exacto de referirlo, es suponiendo que todas las variantes posibles de la regla están contenidas en una matriz previa, y lo que va cambiando con el tiempo es el grado de conocimiento que tienen los brujos de esa totalidad y el énfasis que hacen sobre ciertas porciones. Tales períodos de cambio son cíclicos y están representados por el número tres.”
“¿Por qué tres?”
“Porque los antiguos toltecas asociaban al tres con el dinamismo y la renovación. Ellos descubrieron que las formaciones ternarias anuncian cambios inesperados.
“La regla ha dispuesto que, de cuando en cuando, aparezca en los linajes un tipo especial de naguales cuya energía no es cuatripartita, sino que tiene únicamente tres compartimientos. Los videntes les llaman ‘naguales de tres puntas’.”
Le pregunté en qué se diferenciaban estos de los otros.
Me respondió:
“Su energía es volátil, siempre están en movimiento, por eso les cuesta trabajo acumular poder. Desde el punto de vista del linaje, su composición es defectuosa, no llegan a ser verdaderos naguales. En compensación, carecen de la timidez y la reserva que caracterizan a los naguales clásicos, y poseen una capacidad inusitada para improvisar y comunicarse.
“Se puede decir que los naguales de tres puntas son como el pájaro cuco, que es incubado en el nido ajeno. Son oportunistas, pero necesarios. A diferencia de los naguales de cuatro puntas, cuya libertad es pasar inadvertidos, los de tres puntas son personalidades públicas. Divulgan los secretos y propician la fragmentación de las enseñanzas, pero sin ellos los linajes de poder se habrían extinguido hace mucho tiempo.
"Entre los nuevos videntes, la regla es que un nagual deje como descendencia una nueva partida. Algunos, por sus enormes excedentes energéticos, son capaces de ayudar a organizar una segunda o tercera generación de videntes. Por ejemplo, el nagual Elías Ulloa vivió lo suficiente como para crear la partida de su sucesor e influir sobre la siguiente. Pero ello no significó que el linaje se bifurcase; todos esos grupos formaron parte de la misma línea de transmisión.
"En cambio, el nagual de tres puntas está facultado para transmitir sus conocimientos en forma radial, lo cual conlleva a la diversificación de los linajes. Su huevo luminoso ejerce un efecto de disgregación sobre el grupo que rompe la estructura lineal de transmisión y fomenta en los guerreros un deseo de cambio y acción, y una disposición activa a involucrarse con sus semejantes.”
“¿Eso fue lo que pasó contigo?”
“Así es. Debido a mi disposición luminosa, yo no tengo reparos en dejar focos de conocimiento donde quiera que vaya. Sé que necesito de una enorme cantidad de energía para cumplir con mi tarea, y que sólo puedo obtenerla de la masividad. Por eso estoy dispuesto a difundir el conocimiento y a transformar y redefinir los paradigmas.”

La porción de la regla del nagual de tres puntas

“Como sabes, mi maestro entró en contacto con la regla para el nagual de tres puntas cuando trató de analizar ciertas anomalías dentro del nuevo grupo. Aparentemente, yo no sintonizaba con el resto de los aprendices. Entonces él me dedicó suficiente atención como para ver que yo enmascaraba mi configuración energética."
“¿Quieres decir que el ver de don Juan estaba equivocado?”
“¡Por supuesto que no! Lo que se confundió fue su mirar. Ver es la forma final de la percepción; allí no hay apariencias, así que no es posible engañarse. Sin embargo, debido a la presión que él ejerció sobre mí durante años, mi energía luchó por amoldarse a la suya. Eso es común entre los aprendices. Como él estaba dividido en cuatro compartimientos, yo también comencé a manifestar en mis acciones una carga energética similar.
“Cuando logré despegarme lo suficiente de su influencia (cosa que me tomó casi diez años de trabajo arduo), ambos descubrimos algo asombroso: mi luminosidad sólo tenía tres compartimientos; no correspondía a una persona común y corriente, que sólo tiene dos, pero tampoco a la de un nagual. Este descubrimiento creó una gran conmoción en el grupo de videntes, ya que todos presagiaron un cambio profundo para el linaje.
“Entonces don Juan recurrió a la tradición de sus antecesores y desempolvó un aspecto olvidado de la regla. Me dijo que la elección de un nagual de ningún modo puede considerarse como un capricho personal, ya que en todas las épocas es el espíritu el que escoge al sucesor de un linaje. Por lo tanto, mi anomalía energética era parte de un comando. Ante mis apremiantes preguntas, me aseguró que, a su debido tiempo, un mensajero me explicaría la función de mi presencia como nagual de tres puntas.
“Años más tarde, en una ocasión en que visitaba una de las salas del Museo Nacional de Antropología e Historia, observé a un indígena vestido a la usanza tarahumara que parecía tener el mayor interés por una de las piezas que allí se exhibían. Dándole vueltas, la examinaba por todos lados y demostraba una concentración tan absoluta, que mi curiosidad se despertó y me acerqué a mirar.
“Al divisarme, el hombre me dirigió la palabra y comenzó a explicarme el significado de un conjunto de dibujos esmeradamente esculpidos sobre la piedra. Después, mientras meditaba sobre lo que me había dicho, recordé la promesa de don Juan y me di cuenta de que aquel hombre había sido enviado por el espíritu para transmitirme la porción de la regla del nagual de tres puntas.”
“¿Y qué es lo que dice esa porción?”
“Afirma que, así como la partida tiene una matriz energética de número diecisiete (dos naguales, cuatro ensoñadoras, cuatro acechadoras, cuatro guerreros y tres correos), el linaje formado por una sucesión de partidas también tiene una estructura de poder, de número cincuenta y dos. El águila ordenó que cada cincuenta y dos generaciones de naguales de cuatro puntas aparezca un nagual de tres puntas que sirva de acción catártica para la propagación de nuevos linajes cuatripartita.
“También dice la regla que los naguales de tres puntas son destructores del orden establecido, pues su naturaleza no es creadora ni proveedora, y tienen la tendencia de esclavizar a todos los que les rodean. Añade que, de lograr la libertad, estos naguales deben de hacerlo solos, porque su energía no está entonada para guiar a grupos de guerreros.
“Como todo en el ámbito de la energía, el bloque de cincuenta y dos generaciones se divide en dos partes; las primeras veintiséis son de expansión y creación de nuevas líneas, las restantes están orientadas hacia la conservación y el aislamiento. Ese patrón de comportamiento se ha venido repitiendo milenio tras milenio, así que los brujos saben que es parte de la regla.
“Como resultado de las actividades de un nagual de tres puntas, el conocimiento se masifica y se forman nuevas células de naguales de cuatro puntas. A partir de ahí, los linajes retoman la tradición de transmitir la enseñanza en forma lineal.”
“¿Cada cuánto tiempo aparecen los naguales de tres puntas?”
“Aproximadamente una vez por milenio. Esa es la edad del linaje al que yo pertenezco.”

La tarea de los videntes actuales

“Al verificar la regla del nagual de tres puntas, don Juan dedujo que inevitablemente se acercaba el tiempo de una nueva casta de guerreros, a los que yo he llamado los videntes modernos."
“¿Hay alguna peculiaridad en la composición luminosa de esos guerreros?”
“No. En todas las épocas el patrón energético del hombre ha sido muy homogéneo, así que la organización de la partida es la misma. Sin embargo, los guerreros actuales están experimentando en su luminosidad un corrimiento hacia el verde, lo cual significa que están recuperando características propias de los antiguos videntes. Esto es algo imprevisto, aunque de seguro está contemplado en la regla.
“La verdadera diferencia entre los videntes del pasado y los de ahora es de comportamiento. Actualmente no estamos sometidos a las mismas represiones de épocas anteriores y, por lo tanto, los brujos tienen menos restricciones. Esto claramente tiene una finalidad: la divulgación de la enseñanza.
“A mí me ha tocado vivir en un momento de renovación. Mi cometido es cerrar con llave de oro la línea del nagual Juan Matus y abrir posibilidades a quienes vengan después. Por eso he dicho que soy el último nagual de mi linaje, no en un sentido absoluto, sino en un sentido de cambio radical.”
En este punto, Carlos hizo un corte en su exposición y me recordó una plática que habíamos sostenido al principio de conocernos.
En aquel entonces yo le pedí que me contara historias de poder. Él me respondió que no podía negarse a mi solicitud, pero que entregarme esas historias sin antes encaminarme, habría sido trivializarlas.
“Espero que lo que has visto durante estos años colme tus expectativas. Hice lo que pude, teniendo en cuenta tus limitaciones y las mías. Sé que ya has comenzado a educar a tu doble de ensueños y eso garantiza que puedes seguir por ti mismo; tu doble no te dejará en paz hasta que llegues a tu totalidad. La parte teórica ha terminado y es tiempo de hacerte un último regalo."
El tono entre familiar y solemne con que Carlos me dijo estas palabras hizo que concentrase toda mi atención.
“La enseñanza final dice que la relación que contrae con el intento toda persona que se acerca al nagual ocupa su lugar, cualquiera que este sea, dentro del contexto total de la regla. Así que no estás solo, los brujos esperan algo de ti.”
“¿Qué cosa?” - le pregunté, un poco desconcertado.
Me explicó:
“Todo guerrero tiene una tarea. La tuya es que cumplas con lo que te encargó el espíritu; ése es tu camino al poder.”
“¿Y cuál es esa tarea?”
“Bueno, tu misión personal es algo que tu benefactor te comunicará algún día. Sin embargo, al entregarte la regla del nagual de tres puntas, yo estoy siguiendo una estrategia a largo plazo elaborada por don Juan y eso te compromete con el intento de mi maestro.
“Lo que se espera de ti es que digas a quienes te rodean: ‘¡Ustedes son libres, pueden volar por cuenta propia! Ya tienen la información necesaria, ¿qué más esperan? Actúen impecablemente y verán cómo la energía encuentra un modo de encauzarse’.
“Avisa a todos que, a partir de la culminación del linaje de don Juan, el conocimiento ha quedado abierto. Cada guerrero es responsable por sí mismo y puede proveerse de la oportunidad mínima, que es organizar su propia partida.”